Y aquí en la voz del buen poeta Carlos Javier Morales:
ADIÓS MI CUERPO
Adiós, casa con vistas al espacio alzada por amantes incontables
sobre todos los céspedes,
mi barro modelado por el Tigris
con músculos que crecen por la noche
cuando ululaba el búho,
el árbol bendecido por la lluvia
donde a ocultas celebran las ardillas
la fiesta del solsticio,
adiós, adiós, y gracias por las olas
cuando el sol nos bajaba por la espalda
con sus tarros de miel,
por el gozo del aire en tus pulmones,
en tus labios el pecho de mi madre,
en tu abrazo la llama,
por convertirme en oro cuando ríes,
por tus cosquillas, tu dolor, tu vértigo,
por tu espina dorsal,
por el agua rompiéndose en tu calva
y cayendo en cascadas por tus dedos
porque le gustas mucho.
¿Cómo te brillan tanto cuando corres
en cada gota de sudor los besos
con que te hizo mi padre?
¿Las flores que serás tendrán la chispa
de estas neuronas tuyas que se saben
sus nombres en latín?
Adiós, que ya me llevan otras manos
y a ti con manos verdes te retiene
la madre de la hiedra.
Nos veremos muy pronto no sé dónde
y el universo entero está intranquilo
hasta que vuelva a unirnos.
Tú estarás repartido en la floresta
y entonces el amor que lo hizo todo
te vestirá de gala,
y árboles infinitos con sus hojas
mecidas por las brisas transparentes
susurrarán tu nombre.
(Gorriones de acera, Jesús Cotta)
2 comentarios:
"Cuando el sol nos bajaba por la espalda", ¡qué bonito es ese verso, don Epifanio.
El poema recitado también se disfruta, aunque estoy muy poco acostumbrado a escuchar poemas.
25 neutonios espalderos.
Don Diego, a mí me gusta cada vez más oír poemas en voz alta, leídos por gente que sabe leerlos y se los ha preparado. El poema se eleva a otro nivel con eso. 25 neutonios declamados
Publicar un comentario