lunes, 30 de junio de 2008

Los niños

Los niños pequeños disfrutan mucho y sufren mucho, porque cuando gozan o sufren no existe otra cosa en el universo que su placer y su dolor. Todo es único y definitivo. Hoy mi sobrina y ahijada se puso a llorar como en las mejores escenas del cine cuando vio que me montaba en el coche para irme: no se resignaba a verme desaparecer para siempre. En su rubia cabecita yo soy una categoría única y en presente.
Cuando yo era pequeño y ya controlaba mis esfínteres, me ocurría que me lo pasaba tan bien jugando, que de pronto me daba cuenta de que tenía unas ganas tremendas de orinar y que ni siquiera me daba tiempo a sacarme el pajarito.
La felicidad quizá sea eso: tener en la cabeza una sola sensación, una sola idea, maravillosa, acaparadora, fulgurante, que sólo desaparece por otra mejor y más maravillosa y fulgurante.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego y según esa definición, hay muchos que todavía seguimos siendo niños pues, si algo nos caracteriza, es la capacidad para meternos algo en la cabeza y que no nos quepa nada más.
Aunque esto ya no produce la felicidad que daba antes.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Yo sólo tengo ya esa sensación con la creación literaria y con aquello que todo el mundo está pensando. Pero seguramente esa definición de felicidad que he dado no es válida. La felicidad, supongo yo, tiene más de serenidad que de plenitud instantánea. Ex corde, Jesús Cotta

Anónimo dijo...

Ser niño es la etapa más bonita que puede vivir uno. Es una lástima que cuando uno es niño sólo quiere ser adulto. Ojalá la vida fuera al contrario, que primero fuéramos viejos y poco a poco fuéramos rejuveneciendo para terminar nuestros días en la etapa más bonita, siendo niños...

Un Saludo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lo malo de eso es que, si fuéramos niños al final, seríamos felices e inocentes sólo al final. Pero sería una bonita despedida. Un saludo

Gandhara dijo...

La felicidad es algo que aun no se definir... però se que es fugaz y no es lineal ni estable. Quizá por ahora la asocio mas a sensaciones de plenitud puntuales que a una serenidad duradera... puede que por eso no acabe de encontrarla... pero de lo que estoy segura es que hay momentos en que no puedo evitar sonreir, aunque este sola enmedio de la calle. Eso es un momento de felicidad. Quizá la serenidad es encadenar esos momentos sin dejarse alienar por la eufória... en busca de la felicidad... que blog tan interesante!

Jesús Cotta Lobato dijo...

A mí me pasa lo mismo. Esa serenidad no la tengo. Las contrariedades del día me la quitan. Por eso hablo de la felicidad del niño que se entusiasma con todo lo que vale la pena.