sábado, 26 de julio de 2008

Con cafeína, porfa

Si fuéramos puro cuerpo, como los caballos, lo único importante sería estar sanos, nuestra felicidad se reduciría a la salud. Pero como somos hombres, es decir, cuerpos que quieren ser algo más que cuerpos, no somos felices tan sólo con la salud, sino que necesitamos valores más altos: libertad, belleza, justicia, felicidad, amor, cultura.
Pero en esta época soez parece que nos empeñamos en ser tan sólo cuerpos sanos y bellos. La vigorexia y la anorexia son las nuevas enfermedades. Y el poder y la publicidad así nos trata, el primero preocupado por lo que le cuestan nuestras enfermedades y la segunda preocupada por el dinero que tenemos en el bolsillo.
La salud es el nuevo becerro de oro. Los que creen que sólo somos un cacho de carne con ojos, no tienen más remedio que endiosar su carne, valorarse por la materia que los compone, y no por lo que hace digna a esa materia: la libertad y la conciencia. También las pulgas tienen materia y no por eso las consideramos dignas de todos los honores.
El que se droga porque no le gusta el mundo es más digno y humano que el que no trasnocha para no tener ojeras al día siguiente, porque el primero ha antepuesto su libertad a su salud y el segundo su salud a su libertad, y la libertad es más importante que la salud.
Si nos diesen a elegir entre vivir siendo esclavos o morir siendo libres, los mejores escogerían lo segundo y los peores lo primero. Los mejores son los héroes, los mártires, los luchadores, los que han hecho posible un mundo mejor. Y los peores son, reconozcámoslo, la mayoría. Por eso los totalitarismos siempre han encontrado un buen apoyo en el pueblo, que prefiere tener la barriga llena con las manos atadas a tener la barriga vacía con las manos libres.
Los gobiernos más o menos totalitarios tienen una siniestra tendencia a dar prioridad a la salud frente a la libertad. El derecho a la salud, si se desmanda, puede dar al traste con la libertad de hacer con nuestros cuerpos lo que se nos antoje. Prefiero una sociedad de hombres enfermos, pero libres, a una sociedad de hombres sanos, pero esclavos, porque la primera sólo enfermará si le da la gana y la segunda no puede hacer otra cosa que estar sana.
Por eso viva el puenting y el alpinismo y los deportes de riesgo y el boxeo y los toros y la doma de animales el café con cafeína y el buen vino y la cerveza y el puro y el tabaco y todos los etcéteras que uno quiera siempre que no nos vuelvan tontos y agresivos.

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