sábado, 5 de julio de 2008

Pecados capitales V: avaricia

Contra avaricia, largueza, me enseñaron en las clases de religión. El vicio opuesto a la avaricia es la prodigalidad, la derrochonería. Me gustan más los pródigos que los avaros. A los pródigos les dedicó Cristo una parábola y se les perdona. A los avaros también les dedica otra y no se les perdona. El avaro convierte el mundo y sus cosas en fin, no en medio. Su objetivo no es usar la cafetera, sino tenerla y su mayor pena es tener que darla en herencia. Lo que él quisiera es labrarse un mausoleo y que lo entierren con todas sus cosas. Los códigos secretos contra los profanadores de tumbas los inventaron los avariciosos. Pero aquí estamos los ladrones de tumbas para quitarles lo que puedan tener de valioso y entregárselo a los vivos para que lo disfruten en los museos.
Conozco un avaricioso que no toma café conmigo si antes no le digo la frase mágica: "Te invito a un café". Sólo es generoso con su tiempo y su conversación, siempre que le llenemos el estómago.
A mí, sin embargo, la única avaricia que me cuesta combatir es la del tiempo. Siempre me tengo que estar diciendo: Jesús, no tengas prisa, dedícale un poquito de tiempo y energía mental a esta persona que está a gusto a tu lado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Además de un pecado, la avaricia, es un círculo vicioso, siempre hay algo que uno no tendrá, siempre le faltará algo que ansíe cada vez con más fuerza. Un avaricioso nunca deja de serlo.

Mi madre, que casi tiene más peso en esta bitácora que yo, y eso que ni la conoce, me decía: "si no quieres lo que tienes, nunca tendrás lo que quieres". ¡Qué razón tienen las madres!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ese sabio comentario de su madre se puede trasladar también al amor: Si no puedes estar con la persona que amas, ama a la persona con la que estás.
Por otra parte, las madres tienen siempre razón.

Anónimo dijo...

Bueno, como la poesía, la frase de mi madre puede ser interpretada libremente; sin embargo creo que ambos la entedimos de forma diferente, ya que no es lo mismo conformarse con lo que te ha tocado, que saber a preciar lo que uno tiene.

Un saludo.