Mi hermano el químico se trajo petardos a los Manjones, la casa solariega de mi madre, y le dio por hacer experimentos físicos con las heces que los sobrinos más pequeños iban dejando por el campo. Cada vez que un niño de la familia deyectaba (y hay muchos niños en la familia), allá que iban todos en pos del químico a reventar la hez con un petardo para estudiar y celebrar con aspavientos las transformaciones aéreas del negro elemento.
Hubo de todo: heces que reventaban en partículas microscópicas, heces inamovibles y heces que saltaban con la explosión y cambiaban de forma, pero que, cual blandiblú, nunca se deshacían. Eran un caso de cohesión digna de estudio.
Una vez el químico les dio a los más pequeños un petardo más grande de la cuenta para que realizaran la prueba con una hez más grande de la cuenta y los animó a no alejarse de ella para que comprobaran mejor las evoluciones aéreas, con la esperanza de hartarse de reír viéndolos espolvoreados de.
Mientras tanto, él y la persona que me ha contado esta historia se alejaron bastantes metros, por si acaso. Pues bien, he aquí que la hez saltó por los aires y dejó a los sobrinitos intactos, pero manchó generosamente los rostros del químico y de la susodicha.
¡Castiguito de Dios!
16 comentarios:
Por aqui, decimos Dios castiga y sin palo, Me alegra tu vuelta, un saludo
Jajajaja , que castigo del Cielo ,para el químico y su ayudante ... sed como niños para alcanzar el reino ... una vez más vence la inocencia y la pureza .
Bello relato ,gracias por compartirlo Cotta san .
Feliz inicio de semana
Rosna
Escatológico estás, amigo Cotta...
Es que hay ciertas cosas con las que no se debe jugar, por pura estética.
Un abrazo en tu regreso, Jesús.
Qué asquito.....Buen relato, amigo Jesús
Detecto que viene usted algo escatologillo señor Cotta. igualito igualito como un niño de 9 o diez años.
Vuelve usted a su infancia cada dos por tres y está bien porque nos lo cuenta como si se tratara no de un recuerdo sino de un relato casi en tiempo real. Tiene usted una facilidad para relatarnos episodios infantiles que envidio. otra felicitación
Gerardo
Querido Jesús, lo primero darte la bienvenida de nuevo a la blogosfera, se te ha echado mucho de menos.
Lo segundo, felicitarte por recordarme esta anécdota protagonizada por tu hermano químico y su ayudante, mi refugio.
Dios pone todo en su sitio... hasta las heces...
Un abrazo.
Don Epifanio:
¿Volvió su hermano de usted a las andadas?
1 neutonio
Feliz regreso manchado de polvora.
Lo de la polvora mojada siempre me ha gustado.
Un abrazo Jesús.
Don Epifanio:
¿No sería usted por casualidad uno de los "afectados" por la explosión "coprófuga"?
1 neutonio
Ay, me gustaría pensar en esa lluvia justiciera que empapara a muchos. Pero claro, al final sería como escupir "parriba" o lo del ventilador; así que, me consolaré con la imprecación del gran actor y su venganza verbal: ¡A la mierda!
Un abrazo y espero que no haya sido la vuelta a la realidad cotidiana la que te haya traído el recuerdo escatológico.
Ángeles, por una vez se cumplió ese refrán.
Me gusta, Rosna, tu interpretación de la anécdota. Viva la inocencia.
Juan Antonio, cuánta razón tienes. Esos asuntos sucios es mejor dejarlos en su sitio.
Julio, prometo enmendarme y no volver a tocar la escatología.
Gerardo, este episodio en concreto no lo protagonicé yo, pero como si lo hubiera vivido.
Ángeles, el nombre de su ayudante lo guardo por confidencialidad. El químico me dio permiso para decir su profesión.
Javier, mejor que la pólvora esté mojada de agua, para que no explote.
Dyhego, mi hermano no volvió a las andadas y menos mal que yo no fui uno de los afectados.
Ranzzionger, yo creo que más de una vez los malos se manchan de su propia m..., pero no lo cuentan, porque son muy orgullosos.
Nunca mejor dicho.
¡Tu hermano ...la cagó!
Sí, Alejandro, debe ser esta la única vez en que un refrán se cumple literal y figuradamente.
Eso es auténtica Justicia Divina.
Ojalá sucediera más amenudo.
Yo fui testigo aquel día. Ojo, que no soy la susodicha. De verdad que aluciné. Jamás me imaginé que alguien hiciera algo así. También aluciné con algunas de las formas que se originaron después de las explosiones.
Un abrazo, Jesús.
Jesús, el caso es que yo creo que estos castiguitos de Dios suceden a menudo. Lo que ocurre es que los castigados se lo callan por orgullo.
Mirna, ¿y no saliste espantada de la familia? Un beso.
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