jueves, 21 de mayo de 2009

Porca Magna

Éramos niños mi hermano Alfonso y yo cuando nos fuimos andando desde los Manjones, el caserón donde nació mi madre, hasta Cártama, mi pueblo, y pasamos por un conjunto de casas que se llama la Campana. Y allí una cerda enorme, que estaba criando, se debió de sentir atacada por nuestra presencia y corrió detrás de nosotros. Aún la recuerdo y se me ponen los pelos de punta. Una cerda madre es un bicharraco que yo recuerdo tan grande como una vaca y además es espantosamente fea.

Pusimos pies en polvorosa, pero ella no se daba por vencida, hasta que nos arrojamos por un barranco y allí rodamos y ella se detuvo, satisfecha.

Creo que a nuestros ángeles de la guarda les dieron una condecoración en el cielo aquel día.

Ahora me doy cuenta de que he llegado a los cuarenta y un años gracias a muchos milagros como ése.

23 comentarios:

JESUS FIDELIS dijo...

¡Qué cerda!
Qué chulas las aventuras infantiles.
La verdad es que nuestros angeles de la guarda, han trabajado duro en nuestra infancia...y todavía hoy lo siguen haciendo.

Julio dijo...

Algunos ángeles de la guarda son profeionales.

josef dijo...

A tu/nuestra edad se llega de una forma milagrosa, es cierto. No había caído. abrazos!

maite mangas dijo...

Hace unos añitos, en mi epoca de monitora de campamentos iba con otros dos compañeros y unos 30 niños de 8 años por la sierra de Albarracín y nos encontramos de frente a una manada de toros de lidia ¡sueltos!. y salimos todos vivos. (Un día haré una entrada de esto). Aquel día nos ayudó el 7º de caballería de los ángeles y el apostol Santiago, por lo menos.

Gerardo V. dijo...

"Las peripecias de Cotta" o "Las aventuras de Cotta contadas por Cotta" o Venturas y desventuras de Cotta" o "Cotta el aventurero" o "Memorias de los angeles traviesos" Retatos. contada y amenizada por Jesús Cotta. Podriamos buscar más titulos para estas simpáticas anécdotas infantiles. Jesús, como siempre, un placer leer estas aventurillas.
Un saludo.
Gerardo

Juan Antonio González Romano dijo...

En mi pueblo también tuve que correr alguna vez, pero casi a ciegas: bastaba con que algún zagal dijese "una cochina" para que saliésemos todos corriendo hasta la asfixia. Normalmente nos saltábamos algún cercado, dejando las bicis en los arcenes de la carretera (igualito que hoy, ejem) y cuando las recuperábamos, a correr más aún, con alguna caída que otra.
Un abrazo, Jesús

Dyhego dijo...

Siendo yo muy crío,varias veces tuve que acompañar a mi padre cuando éste llevaba a la cochina que teníamos en la huerta al verraco. Como no estaba demasiado lejos, íbamos andando y teníamos que pasar por algunas calles del pueblo y mí me daba una vergüenza horrible que mis amigos me vieran de aquella guisa: mi padre arrastrando a la cochina con una cuerda y yo con una vara detrás dándole a la cochina en el culo para que no se entretuviera olisqueando y hozando por doquier.
¡Dios bendito, qué vergüenza pasaba yo!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tocayo, seguro que la cerda estaría orgullosa de que la llamases cerda, porque se portó como tal. Respecto al trabajo angélico, a mí me han salvado ya varias veces en mi edad adulta.

Julio, los ángeles de los niños nerviosos y traviesos están estresados. Me pregunto si se quejarán como nos quejamos los profes.

Moderato, yo tampoco había caído hasta que escribí esto.

Maite, eso lo tienes que contar. Seguro que en ese combate participaron varias legiones angélicas.

Gerardo, mis aventurillas son eso, aventurillas. Pero las seguiré rescatando para ti.

Juan Antonio, eso sí que es una infancia sana. Las cochinas son muy educativas.

Dyhego, tienes que leerte a Miguel Hernández. Seguro que tuvo que llevar también a la cochina al verraco alguna vez. A cambio de esa experiencia, tú sabes qué hacen las cochinas con los verracos. Los de piso, ni se lo imaginan.

Dyhego dijo...

DON EPIFANIO:
¡No me haga usted trabajar tanto, por Dios! Todavía no he podido empezar a leer a Maiakovski y ya me está usted poniendo los deberes de Miguel Hernández...
Por cierto, nació en Orihuela, a 18 kilómetros de mi casa, en Monteagudo.
Una de las cosas que me gustan de usted es que siempre tiene una respuesta elegante y amable para todos. Si hubiese tenido que responderme a mí mismo me hubiese dicho: "Pues si te daba vergüenza que te vieran con la cochina andando por las calles de Monteagudo, te jodes y bailas, hala".
Usted no. Usted es un caballero, (educado y todo eso)
Gracias. Muchas gracias.

Dyhego dijo...

No sé si el señor Cotta se enfadará conmigo pero aquí les mando una dirección que puede resultar interesante:
http://www.feriadellibrodesevilla.com/fotosMultimedia/displayimage.php?album=97&pos=7

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Diego, es usted afortunado de tener al lado el pueblo de don Miguel Hernández, mi poeta favorito. Y gracias por el enlace. No tenía ni idea y está usted en todo. Mañana colgaré una de esas fotos en el blog. Ex corde, Cotta

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
He leído algunos poemas de su poeta favorit pero prometo que me lo leeré.
Durante una excursión a Orihuela, visité su casa, en la ladera de la montaña. De esas casas humildísimas con suelo de tierra y que vas escalonadas por imperativo de la ladera y en las que, al fondo, se abre una puerta que da un corral en el que hay una higuera.
Orihuela es muy bonita y si se lee a Gabriel Miró (que la llama Oleza)le gustará más aún.

Jesús Cotta Lobato dijo...

He leído a Miró y me encanta. Me quedé prendado de Las cerezas del cementerio. Pero no me acordaba de que Orihuela era Oleza.

Vergónides de Coock dijo...

Hahahahaha!!!! Lo que sucede es que el Señor trabaja de maneras misteriosas. Hahahahahahaahaha!!!! Suerte.

Alejandro Muñoz dijo...

Para que digan que los ángeles no existen.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Basurero, si Dios nos libra de las cerdas ciclópeas, debe ser muy bueno.

Alejandro, podríamos elaborar un argumentum porcinum para demostrar la existencia de los ángeles.

Anónimo dijo...

Bueno lo de la cerda me lo creo, es un ser vivo aunque no como algunos humanos, pero lo del jilguero no me lo creo, he criado cerdos ya mana a sus hijos y he visto cerdo-as que no, pero jamas he visto a un jilguero que se mate el solito en una jaula, solo lo hacen algunos pajaros por miedo, la perdiz cuando es cazada en el monte y ha conocido la libertad, siempre busca una salida, el ruiseñor si es maduro se muere en una jaula, pero un jilguero si es macho canta y si es hembra solo pia.
Por cierto, que cara malaleche tiene ese poeta.

ReyVindiko dijo...

Dios se ve que te tiene pensado otro final. Lo de morir perseguido por una cerda no es demasiado entusiasmante (aunque más de uno muerto ha, perseguido por una auténtica cerda).

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Jesús eres una máquina del tiempo, y sin retorno.

Un abrazo amigo.

José María JURADO dijo...

¿Y por qué no le hicisteis un quite por chicuelinas?

Rosna dijo...

Me alegro que sus ángeles guardianes lo salvaron ,sino no estariamos hoy ...aqui y ahora celebrando sus escritos .
Feliz amanecer !!!
Yuriko
ah , me olvidaba ,gracias por advertirnos tendré cuidado con los cerdos paro que los hay ...lo hay ...

Rosna dijo...

ay .. equivoque ...Porco ordenador que me juega mal...
pero que los hay ... en la viña del señor hay lugar para tod@s.
Un abrazo de viernes
Yuriko

Jesús Cotta Lobato dijo...

Anónimo, el jilguero nos lo trajo un cazador de mi pueblo. Lo cazó en el campo y ya no era una cría y era por tanto muy difícil que se acostumbrase a una jaula. Y desde que estuvo en la jaula se pasaba el día picoteando los barrotes y saltando de un sitio a otro. El caso es que amaneció muerto.

Reyvindiko, morir despedazado o aplastado por una cerda es un final muy feo. Espero que mi final no sea aparecer drogado y vestido de mujer en un prostíbulo de mala muerte. Prefiero algo más casero.

José María, no se nos ocurrió torear a la cerda porque era espantosamente fea. Al toro se le torea porque es hermoso y noble. De la cerda hay que huir o matársela para comérsela.

Javier, tienes razón. A veces, cuando me va mal, me parece que sigo huyendo de la Gran Porca y que sólo me queda arrojarme por el barranco.

Rosna, seguiré rescatando historias para usted, para que usted se ría desde su florida isla.