martes, 13 de octubre de 2009

De lo malo que yo podía llegar a ser con tal de ver Heidi

Como mi madre no daba abasto para trabajar en la tienda y atender la casa y a sus siete hijos, mi hermana mayor, que siempre ha sido muy ordenada, elaboró una lista de quehaceres domésticos para los seis varones que la seguían en edad. Uno de mis encargos era limpiar el polvo y hacer recados (este último lo odiaba porque en la tienda las marías se me colaban). Pero el encargo más odioso para mí era mecer a Daniel Benjamín, el último del clan, para que se durmiera, porque, si no lo mecíamos, no se dormía. Lo malo era que una de las horas de mecimiento era cuando echaban en la tele Heidi. Me acuerdo de que entonces había una verdadera disputa entre mis hermanos para ver a quién le tocaba mecer y entonces recurríamos a la sagrada lista. Cuando me tocaba a mí, yo lo mecía con rabia para que se durmiera cuanto antes y, claro, con tanto meneo y vaivén el pobre no se dormía. Como Daniel era un niño buenísimo, yo a veces lo torturaba un poco, le ponía las manitas bajo el culete y le apretaba las mantas para que no se pudiera mover y, como apenas lloraba, me iba a ver Heidi.

Y ahora me avergüenzo de llorar a moco tendido con una niña irreal mientras hacía sufrir a un niño real, al que además quiero muchísimo.

Daniel, perdóname, anda.

23 comentarios:

Juanma dijo...

Más anécdotas: el día que más he llorado en mi vida fue cuando emitieron el capítulo final de "El bosque de Tallac". ¿Por qué?: mi hermano pequeño estaba ingresado en el hospital (se lo perdió, obviamente) y yo en casa viendo la serie, con un remordimiento de conciencia como no tuve luego otro.

Por otro lado: ¿acaso no se te siguen colando las "maris"? Porque yo es que no tengo modo de evitarlo.

Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Juanma,es que, desde luego, ¡disfrutar tanto mientras los otros sufren! En fin, los que te quieren disfrutan de verte disfrutar, aunque ellos sufran. En cuanto a las maris, se te cuelan porque te ven cara de bueno. Cuando llegues a la cola, pide la vez con el ceño fruncido, y manténte de pie, con las piernas abiertas, como dando a entender que no te cabe lo tuyo entre las piernas si las cierras mucho. Entonces te respetarán. Este consejo te lo da uno que no lo practica. Un abrazo, mi querido Juanma.

Juanma dijo...

jajajaja, vale, vale...hombre respetable. Te haré caso.

Anónimo dijo...

Si es que Heidi era mucha Heidi. Saluditos.

lolo dijo...

Las marías no se cuelan cuando ven que los niños son buenos.

¿Y cómo sabes que Daniel no lloraba también con Heidi?

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ladrón, Heidi lo era todo, incluso en blanco y negro.

Lolo, eso debe ser: que las marías me veían cara de malo y por eso se me colaban. En cuanto a Daniel, era tan bueno que tardaba mucho en llorar. Lo importante es que no se saliera de la cuna y no se cayera. Y si lloraba, tenía yo que abandonar Heidi para mecerlo otra vez, a m manera.

Anónimo dijo...

Pero bueno se conoce que tu mala condición se la comió Heidi, asi que tu hermanito se crió con Espinete y Barrio Sésamo, pero pero lo pasaron los que se criaron con Marisol, El Santo, El Fugitivo y el Gato Feliz y los que peor lo hicieron.
Estás invitado a quitar roña de Los Manjones, cuando lo hagas, te aseguro que este tarugo que te escribe, asistirá al proximo evento que hagas, pero ojito, que me has de invitar como yo lo hago ahora, a ver que es lo más duro.

Mirna dijo...

Bueno, Jesús, seguro que Daniel jamás te habrá tenido en cuenta la rabia con que lo mecías ni lo que le hacías con tal de irte a ver Heidi.
En cuanto a las maris, qué gracia, cuando vivía en Alhaurín, siempre había que dejar a los hombres primero porque tendrían cosas más importantes que hacer. Qué coraje me daba.
Un besazo.

Julio dijo...

Si ya te ha perdonado, chiquillo...

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Yo nunca he llorado viendo dibujos animados; es más, deseaba con todo mi corazón que el coyote atrapara al hijoputa del Correcaminos; que el gato Silvestre se comiera al imbécil del Piolín, que el gato Yinks se comiera a Pixi y Dixi...

Capitán dijo...

Jesús, nunca se es bastante malo con los hermanos pequeños, después te lo devuelven con creces, y mientras son adolescentes viven de ti, aunque al final pagan con los sobrinos, en fin, escalones generacionales.

Alejandro Muñoz dijo...

Mañana compraré el pan en plan John Wayne.
Yo no mecía a mi hermano pequeño, pero estoy seguro que mis vástagos se han dormido, más de una noche, a causa del mareo.
Ahora no tendrías esos problemas con Heidi. Cosas de lo deuvedes.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Anónimo, iré en cuanto pueda. Lástima vivir tan lejos.

Mirna, ¿qué es eso de dejar a los hombres primero? ¿Dónde se dejaron esos hombres la caballerosidad?

Julio, mi hermano Daniel lo perdona todo.

Entonces, Dyhego, para hacerte llorar habría que ponerte el capítulo en que el Correcaminos mata por fin cruelmente al Coyote.

Capitán, visto así, hice bien. Los hermanos se lo perdonan todo. Para eso están.

Alejandro, antes Heidi era un acontemiento de sábado, justo a la hora de la siesta del nene. ¡Y luego dicen que nacemos sin pecado original!

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
¡Ese coyote tan sufrido, tan tenaz, tan imaginativo...!
Si me entero de que hay un tal capítulo, me convierto en dibu, desplumo al odioso Correcaminos, con esa cara de bobo que tiene, siempre pitando, y lo echo a la sartén para hacerme un buen arroz.
La primera vez que recuerdo haber (casi) llorado, porque fue un nudo en la garganta, fue en la película "El bosque animado" cuando se muere la lechera. No cuento más por si no habéis visto la peli y queréis verla.
1 neutonio con los ojos enrojecidos, bua, bua, bua

Gloria dijo...

Jesús: A veces la inocencia también encierra su cuota de crueldad... inocente, por supuesto.
saludos

Olga Bernad dijo...

Ay, Heidi. Yo se la compré a mis hijos para volver a verla. Era lo más de lo más. Y la veíamos en blanco y negro, es cierto, pero yo la recuerdo en color, qué curioso. Como los ángeles de Charlie. Toda mi vida queriendo ser la morena guapa, jamás la lista (bastante tenía con sacar todo sobresalientes y llevar gafas:-) Por hacer de guapa le robé más de una vez el monopatín a mi hermano, huía de casa motorizada porque, de lo contrario, no me dejaban jugar (ni ser la guapa). A la vuelta me tenía que pegar con mi hermano, pero qué le vas a hacer... Los placeres siempre dejan su sabor a remordimiento, así que no te preocupes.
Abrazos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, estaré pendiente de esa escena cuando vea la peli.

Gloria, la niñez es así de feliz y despreocupada.

Olga, la primera vez que vi Heidi en color, me quedé literalmente flipado. A mí también me gustaba la morena lista guapa de los Ángeles de Charlie.

Ventana indiscreta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ventana indiscreta dijo...

Joder, Jesús, cómo has calcinado el tiempo de Ella, así, por las buenas.
Da qué pensar en el tiempo que somos, en lo que se nos advierte y en lo que ya no nos divierte ni nos hace gracia. ¿Qué dirá Ella de su hoy cuando sea más allá? Y aún más, ¿qué dirá cuando sea más allá de la que 'pueteaba' a Daniel?

Si al menos hubiera sido travieso el hermano.

Saludos.

Shandy dijo...

Qué jodido puede llegar a ser el "sentimentalismo heidiano". Y la inocente crueldad y egoísmo de los niños. Y no tiro piedras contra mi propio tejado, que si hago memoria me pongo también sentimental o me acosa el sentimiento de verdad de la buena del remordimiento.
A las marías se las ve venir. Hay que adelantárseles en sus abyectas pretensiones y detenerlas con una mirada asesina: ni un paso al frente, señora. A veces funciona.
Con esa maldad me has hecho sonreír, a pesar de las manitas bajo el culo del Benjamín. Maldito sentimentalismo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ventana Indiscreta, si Ella es Heidi, no se imagina la cantidad de cosas que yo podía hacer por ella. Y sí, mi hermano tenía que haberme pagado con la misma moneda.

Shandy, el sentimentalismo sólo es malo si te hace mala persona. No creo que sea esa tu índole. Pero en otras entradas seré menos sentimentalón. Un saludo.

Mery dijo...

Pero es que, en aquellos días ligeros de la infancia, hasta Heidi te parecería real.
Daniel seguro que te adora también.
Un abrazo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Mery, sí a las dos cosas. Un beso.