miércoles, 28 de octubre de 2009

Donde el autor de este cuaderno relata cómo estuvo a punto de morir

Tenía yo unos diecinueve años. Íbamos ocho en una furgo por las carreteras de los Pirineos. De fondo, No hay como el calor del amor en un bar, de Gabinete Caligari. Al doblar una curva, un camión enorme, de frente, invade nuestro carril y nos obliga a trepar por la pared (gracias a Dios había pared y no precipicio) y se da a la fuga. No sé cuántos metros escaló la furgo; lo que sí recuerdo es que el regreso al suelo fue a cámara lenta. Una voz gritó: “¡Santa María!”, mientras yo me preocupaba en no perder mi jersey, que además ni me gustaba.

A ninguno de los ocho nos pasó absolutamente nada. Eso sí, la furgo hubo que llevarla al taller y menos mal que la policía pilló al camionero, que tuvo que pagar el arreglo.

Me habría gustado ser el que gritó Santa María y no el que se preocupó por salvar un jersey de cuyo color ya ni me acuerdo.

Aquello fue una cura de humildad. Aprendí que la muerte puede que me sorprenda en el momento más feo o más tonto.

PD: Por cierto, ¿alguien sabría decirme de qué obra de Gonzalo de Berceo es este verso?

Tenía dos palomas
no en palomar criadas
.

Necesito saberlo y no sé dónde encontrarlos.

20 comentarios:

Benjamín dijo...

Detengamos, por fin, este brevísimo vuelo de palomas poéticas a la puerta humilde y beatífica de Berceo. Es este dulce poeta quien custodia el símbolo religioso de la paloma; quien explica que en el Sacrificio de la Misa,

La palomba significa la su simplicidat

y quien al narrar la Vida de Santa Oria Virgen da este consejo y describe este cuadro:Estas tres santas vírgenes en Cielo coronadas
tenían sendas palomas en sus manos alzadas;
más blancas que las nieves que no son coceadas;
parecía que no fueran en palomar criadas.

en http://www.jornada.unam.mx/2004/01/13/03aa1cul.php?printver=1&fly=1

Ex corde

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Que se vayan los negros cuervos de su presencia y revoloteen a su alrededor sus tres bellas palomas.
1 neutonio

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Gracias a Benjamín Gomollón, que me ha puesto sobre la pista,he encontrado otra página donde viene pormenorizado el poema que usted busca.
Sírvase ir a la dirección siguiente:
http://www.vallenajerilla.com/berceo/uria/visiones.htm

1 neutonio

Dyhego dijo...

33 Estas tres sanctas vírgines, en Cielo coronadas,
tenién sendas palombas en sus manos alçadas,
más blancas que las nieves que non son coceadas,
parescié que non fueran en palombar criadas.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Jo, amigos Benjamín y Dihego, gracias por vuestra diligencia y solicitud.

Nunca fue caballero/ de caballeros tan bien servido / como lo fue el señor Cotta/ por dos discretos amigos.

Me habéis resuelto una papeleta.

lolo dijo...

El color del jersey sería amarillo; ahora no te gustaría.
La humildad es a veces fea y tonta, pero pone los colores en su sitio.

Juan Antonio González Romano dijo...

Con estos madrugadores no hay quien pueda... Cuánta diligencia.
En cuanto al accidente, yo tuve también el mío, pero no por culpa de un camión, sino porque se me partió el cable del acelerador en una curva inmunda y perdí el control del coche. Menos mal que en vez de irme al lado de la carretera donde había precipicio me fui al contrario y, una vez en la cuneta (milagro) fui capaz de arreglar el acelerador y continuar la marcha. Iba con mi tío y un compañero de instituto de Marbella, de regreso a Sevilla un viernes por la tarde. Pasó hace 18 años. Lo sigo recordando a menudo.

elpiyayo dijo...

Milagros de nuestra Señora
Tenia dos palomas no en plomar criadas.
Entra en esta página
http://books.google.es/books?id=y6ddAAAAMAAJ&q=%22+en+palomar+criadas%22&dq=%22+en+palomar+criadas%22&ei=k0HoSo6GN4auyASyi6n2Cw

Anónimo dijo...

Con un falcón en la mano -que trae para cazar
mátame mis palomillas- que están en mi palomar...
caballero en un caballo -y en su mano un gavilán,
mátame mis palomillas -criadas y por criar
la sangre que sale de ellas -ha teñido mi brial...
Esto es del Mio Cid, por si te vale....ones

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, ahora me pones en duda. A lo mejor era amarillo. Y sí, qué feota es a veces la cura de humildad, pero qué sana.

Juan Antonio, tu accidente se parece bastante al mío. A lo mejor existen los ángeles.

Piyayo, llevaba yo toda la tarde intentando encontrar esa cita y ahora de pronto sois tres los que la habéis identificado. ¡Válgame Dios! ¡Qué internauta estoy hecho! Y la cita del Cid no la conocía, pero me vale.

Anónimo dijo...

Si a mi me ha valido tambien buscarte la del Mio Cid, porque he estado acompañado de cuatro ingenieros
de La Junta de Andalucía, he recorrido montes y collados secos como la matriz de un travestido,los algarrobos criados y por criar de los ..ones.

Alonso CM dijo...

Es verdad, Jesús. Todo se ralentiza en esos segundos interminables.
A mí me pasó lo mismo el otro día en una caída que tuve en un río. Mientras caía solo me importaba que la mochila que llevaba no se mojara.
Un abrazo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Miradme, te conocía yo esa anécdota de haberla leído. Es curioso de qué trivialidad se ocupa uno en un momento en que puede perder la vida. Espero que te hayas repuesto de aquello.

Anónimo dijo...

Por lo menos es un acto circunstancial de aquel momento... Sí, la muerte nos puede pillar en un momento estúpido, por ejemplo, cagando, ja, ja, ja, ja... Saluditos poéticos Jesús.

Julio dijo...

Estás vivo y eres nuestro amigo.
Ole qué alegría.
Un abrazo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ladrón, eso sería terrible.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Julio, no me habría gustado nada no haberte podido conocer hasta el final de los tiempos. Por si acaso, te prefiero ahora.

Alejandro Muñoz dijo...

Ababas de pisarme dos entradas. Una real con tu título y otra ficticia con tu accidente. Ya saldrán, como siempre digo, cuando tenga tiempo.

Me encanta la gente que sabe salir airoso y con dignidad de una situación comprometida. Como el que se cae en la calle y se levanta rápidamente diciendo que no ha sido nada, apretando los dientes para que no se le caigan dos lagrimones.

Con diecinueve años, supongo que una vez te ataste tu jersey a la cintura te atusarías la cabellera.

Por cierto, mi camión es rojo. ¿Y el tuyo?

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Todos los días se vive de nuevo, se revive otra vez.

Estás vivo, como dice Julio.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Alejandro, me gustará leer esas entradas. Ya son varios los que me han contado cómo podrían haber perdido la vida en ciertos momentos. De ser así estamos vivos de milagro porque la vida es un milagro.
Yo sí me ataba el jersey a la cintura pero no me atusaba la cabellera porque la mía era una maraña tiesa de pelo africano a lo Jacson Brothers. En cuanto al color del camión, lo recuerdo más bien oscuro, quizá azul.
Un abrazo, amigo.

Javier, me pregunto cuántas otras veces me salvé de la muerte sin saberlo.