A mí me gusta la gente, pero muy especialmente la gente que tiene el coche sucio y la casa limpia. Mientras su casa sea acogedora, ¿qué más me da que los niños en el coche le hayan pintado grafitis en el cristal con el dedo manchado en yogur, como le han hecho a un hermano mío?
Esos coches me gustan, están vivos, sirven a la gente, y no al revés, y sus dueños lo saben: el coche es el medio, no el fin.
Digo esto porque el otro día una madre y yo recogíamos a nuestros churumbeles del cole y, al llegar al aparcamiento, su hijo pequeño comenzó a corretear entre los coches y entonces llegó el joven propietario del descapotable que estaba aparcado al lado y dirigió una mirada asesina al niño, el cualo, oh atrevimiento, corría en torno a su coche ¡como si fuera un coche más!
Nunca como entonces entendí eso que dicen: que el coche es para muchos varones una prolongación de su falo.
El coche era como el dueño: relamido, cachas y antipático.
En fin, que todos tenemos nuestros prejuicios o manías y la mía esa: ciertos dueños de coches.
22 comentarios:
Qué gracia. Me da por pensar que yo tengo la casa como puedo, aunque procuro que esté impecable, pero la premisa del coche sucio la cumplo a la perfección. Algo es algo;-)
Vivo sí que está. Cualquier día sale andando solo, llevado por los caramelos caídos y posteriormente derretidos que han unido su ser al de la tapicería, y las miguillas y...
Tengo un opel corsa azul que sonríe a los niños, jeje.
Claro que, ahora que lo pienso, yo no tengo que prolongar mi falo,lo cual es una ventaja para el artículo de hoy, ¿no?
Saludos.
y en Los Remedios más...
observa los coches que invaden las esquinas...
enormes, limpios, ordinarios...
el mal gusto y la mala educación concentrados y aparcados obstaculizando el paso...
yo me cago en to sus muertos...
Don EPIFANIO:
¡Y luego se queja usted de que quieran a usted hacerle bajar del coche en medio de una autopista!
En el hipotético caso de que usted subiese a mi coche, tendría usted que viajar... en el maletero (ya sabe usted, amordazado y esas cosas).
1 neutonio autoestopista.
Olga, entonces me gusta tu coche. Y la ventaja que comentas es impagable. Un beso.
Eresmicruz, como paso un poco de los coches, no me he fijado en eso que dices. Pero coincido contigo en que si alguna ostentación me resulta vulgar, es la del coche. Saludos.
Don Dyhego, usted me cae bien, sea su coche limpio o sucio, pero no me haga viajar en el maletero, que no cabo. Guardo el neutonio para la mancuernita.
A los que tienen esos coches ostentosos y van metiendo ruido con las vantanillas abiertas lo que les pasa es que la tienen pequeña, muy pequeña. Están acomplejados. No es que el coche sea la prolongación de su falo, es que es "su" falo.
Un abrazo, te echaremos hoy de menos.
Sí, estoy del todo de acuerdo. Y no es porque mi coche sea una auténtica pocilga. Es porque además es viejo, lleno de abolladuras, rascones y cargado de multas y hasta embargos. Igual transporta compras mastodónticas que abuelitos con bastón, niños comiendo pipas o muletas o cajas de verdura.
Hombres prolongados haberlos haylos. Algunos también llevan moto y llenan de vaho el retrovisor para limpiarlo con una gamucita. Fatales, son fatales.
Cómo me ha gustado esta entrada.
Mi coche tiene varios raspones, es ya viejo y lo tengo a terceros, con lo que no quiero gastar tanto como cuesta en arreglarlos. Cuando algún amigo me pregunta por que no los reparo le respondo que es para quererlo más, para recordar todas las veces que ha cumplido perfectamente una de sus funciones, pues cada uno de esos rasponazos los tiene él y no los tengo yo.
Saludos.
José Miguel, eso que acabas de decir es una verdad como un templo y me acabas de inspirar otra entrada. Yo sí que os echaré de menos.
Lolo, coches como el tuyo me gustan. Son coches que, como sus dueños, no miran por encima del hombro, no tienen miedo de mancharse con la sangre de un herido. Ah, hasta que me lo has dicho, no había reparado en cuántos hombres echan vaho en el espejito, como la reina mala de Blancanieves
Granito, este comentario tuyo es precioso. Es toda una filosofía de vida, es el consejo que voy a dar a partir de ahora a la gente. Gracias.
Yo tengo un coche bastante viejo al que aprecio entrañablemente. Es de los tiempos de Reagan. Está lleno de costurones como un torero valiente.
Un dato: Tolkien detestaba los coches. Tuvo uno que, creo recordar, sólo arrancó una vez para, de manera errónea, poner la marcha atrás y estamparlo contra un muro de su casa, gracias a Dios sin más consecuencias. No volvió a conducir más.
Vale.
Vale.
Todo lo que se diga en contra de los amantes de los coches y aun de los ciclistas será poco.
Auden decía que un poeta no podía tener carnet de conducir.
Creo que lo hemos comentado.
Mi coche es el más pequeño y sucio de Sevilla, pero no veas el avío que me hace.
Gómez de Lesaca, qué buena metáfora la del torero, que es el único valiente que nos queda. No conocía yo esa anécdota de Tolkien. Si antes me caía bien, ahora me cae mejor. Ego valeo si tu vales.
José María, creo que he visto ese coche tuyo. Tu poesía nueva y flamante, tu coche viejo y abollado. Así me gusta.
Hay hombres que son incapaces de quitar un plato de la mesa o limpiar algo en su casa y... tienen el coche limpio como una patena, y los ves en los aparcamientos del hipermercado limiándolos por fuera con un trapito o el salpicadero con tallitas.
Podrían utilizar sus habilidades para algo más útil.
Puesto que tanto detractor del coche hay, romperé una lanza en su favor.
Y es que, entre otras cosas, el coche sustituye hoy al caballo; es la posibilidad de alejarse rápidamente eligiendo el camino con nuestras manos, pues el volante es la rienda y algo tiene la velocidad que tanto nos espolea; es el sucedáneo de un hogar: acogedor cuando llueve, cargado del ambiente y la individualidad del dueño y el locus amoenus en el que hacer los primeros "pinitos" amorosos; cantar a voz en grito, dormir la siesta con el calorcito atesorado, ponerle la mano a la parienta en el muslo, dormirse al brillo errático de la luna, ...
Y va abriendo, como una cremallera, el paisaje nuevo en el viaje.
Alejandro, por ahora no me ha dado nunca por ser uno de esos. Pero, en fin, de todo tiene que haber. Un abrazo.
Reyvindiko, este es el elogio del coche más convincente y bello que he leído en mi vida. ENHORABUENA.
Ojo, que mi coche también vuela y va abriendo el paisaje nuevo como una cremallera...
Cómo no subrayar este poema.
Lolo, también los coches con abolladuras y cicatrices de torero valiente abren el paisaje como una cremallera. Y dices bien: Reyvindiko ha escrito un poema.
Comparto esa visión del coche como un mero instrumento de trabajo o placer. El mío, que lo meto en obras y en parcelas, sólo lo llevo a lavar cuando las semillas empiezan a agarrar en la mierda que hay sobre él. Je, je, je.
Cuando veo uno de esos que le dedican al coche todo el domingo por la mañana, me da una penita...
Un abrazo.
Alegre, a mí también me dan penita. ¡Con lo bien que se lo puede pasar uno los domingos por la mañana! Tu criterio para decidir el momento de lavar el coche también sería el mío si tuviera coche. Un abrazo.
Siento arruinar la anécdota de Tolkien, que es cierta en su espíritu. Sí que condujo, durante más tiempo, en otra ocasión en que tenía el compromiso de llevar a un par de señoras, familiares o algo así, por Francia. Alquiló un coche, y su lema era "carga y dispersa". El viaje acabó mal, una de las señoras murió (no por causas achacables a la conducción, pero fue un show), y Tolkien volvió un poco agobiado de Francia, según cuanta en una carta a uno de sus hijos.
Sobre el coche de Tolkien:
Yo sólo citaba de memoria.
Creo, sin embargo, haber leído esta anécdota, o algo muy parecido, en la biografía de Humprey Carpenter. Con todo de eso hace ya veinte años y no me atrevería a asegurarlo.
Respecto a la carta de Tolkien donde da cuenta del lance ocurrido en Francia: ¿se recoge en la recopilación que publicó Minotauro?.
Un cordial saludo a todos ustedes.
Gómez, alguna vez deberíamos los admiradores de Tolkien reunirnos y proclamar un manifiesto. Yo soy el primer interesado en saber lo que preguntas. Le preguntaré a Beades. Un abrazo.
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