lunes, 18 de octubre de 2010

Cinco momentos de la infancia que te permiten seguir siendo feliz

1. Cuando nadabas en la piscina del líquido amniótico, que era el Edén, el cielo antes de la vida, y estabas hecho del deseo, del amor y de la libertad con que te hicieron tus padres. Y te llegaban los ecos de las voces que preguntaban qué nombre te iban a poner, pero tú no los entendías.

2. Cuando corrías en cueros por el patio y en la mano una tajada de sandía más grande que tu cabeza te empapaba la barbilla, el pecho y la barriga y te chorreaba por la pichurrilla.

3. Cuando te echabas a dormir donde te pillara el sueño, en el rellano de una escalera, debajo de una mesa, encima del caballito de madera, pero luego siempre amanecías arropado en tu camita.

4. Cuando tu hermano grande te montaba a hombros y te decía: ¡Qué alto eres! Y entonces tú podías ver el nido que habían hecho los pájaros en el limonero del patio.

5. Cuando recogías flores silvestres del campo para tu madre y para la Virgen de la casa y las flores se iban deshojando por el camino y aun así a tu madre y a la Virgen les encantaban.

Dedicado a todos, pero, en especial, a mi hermano El Piyayo.




22 comentarios:

Anónimo E dijo...

Bendita infancia,qué imágenes más elocuentes.Muchas gracias, de nuevo.Siempre tendrá usted un sitio reservado en "mi isla",por supuesto podrá usted venir acompañado de quién quiera.

Fernando Moral dijo...

¡Oh Adelantado Mayor de los Sentidos!, has vuelto a realizar la hercúlea tarea de despertarme un lunes.

Agradecido.

PD: Me encanta la 2.

JESUS FIDELIS dijo...

Preciosos recuerdos Jesús, preciosos.

Máster en nubes dijo...

Estupendos recuerdos, Jesús, lo de quedarse dormido allá donde pillara y aparecer en tu camita era frecuente. Lo malo de ser adulto es que ya no se duerme uno en cualquier parte... Un abrazo.

Juan Antonio González Romano dijo...

Estupendas escenas. Una sola pregunta, jesús: ¿eran sandías o melones colorados?
Un abrazo.

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
¡Ojalá todos los niños hayan podido vivir esos cinco momentos!
Déle recuerdos míos a su hermano, el Piyayo.
10 neutonios para usted y 10 para Piyayo.

Juanma dijo...

Maravilloso número 3. Lo vivo cada día.

Un fuerte abrazo.

lolo dijo...

Ay Cotta, noto que tras los nombramientos entras en una fase aguda de inspiración.

Quisiera recordar el uno, probar el dos, alargar el tres, escribir el cuatro, repetir el cinco y agradecerlos todos.

mujer prevenida vale por dos dijo...

Querido Jesus; desde que me has nombrado Virreina... estoy... como una Virreina!
Por eso en mi calidad de hermana te digo que una de las mayores satisfacciones en mi vida es cuando me llaman mis hermanos para decirme que me quieren...
Con las prerrogativa que tu mismo me has conferido te regalo una perla

Jesús Cotta Lobato dijo...

Gracias, Anónimo E, las islas que son Repúblicas de poetas regentadas por reinas son lo que más me gusta.

Fernando, voy a ir reuniendo en un archivo mío particular las entradas que te despiertan por si algún día me quedo dormido más de la cuenta. Un abrazo.

Tocayo, si te parecen preciosos, es porque los has vivido, aunque quizá no los recuerdes.

Aurora, qué lástima, los adultos tienen que tomar pastillas, con lo sencillo que era antes dormirse.

Juan Antonio, a mí sólo me daban melones colorados. ¡Veo que te acuerdas! Un abrazo, amigo.

Dyhego, se los daré de su parte. Ojalá su deseo se cumpla y todos los niños tengan bellos recuerdos para cuando la tristeza de adulto los invada. Diez neutonios para usted.

Juanma, entonces tus hijos serán felices.

Lolo, el cinco es el que recuerdo con más cariño. Y, en fin, este comentario tuyo me ha llegado al corazón.

Mujer prevenida, tu perla ya la he ensartado en mi cadena de oro colgada al cuello. Un beso en la mano.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Pues me has recordado pasajes de mi niñez. Una vez le regalé a mi madre un ramito de hortigas y le gustaron.
Un abrazo.

eres_mi_cruz dijo...

soy primogénito así que no tuve hermano mayor, pero sí un abuelo sobre cuyos hombros echábamos carreras con los trenes... y otro abuelo que se tiraba pantagruélicos peos con la boca hasta hacerme llorar de la risa...
mis tíos competían por hacerme la más bruta de las acrobacias y mis tías me regalaban cuentos e historias ilustradas a color...
pero lo que más recuerdo es cuando antes de arroparme notaba como mi madre me quitaba con sigilo los zapatos y los calcetines...

por qué será que los instantes de felicidad de la nuestra infancia tienen tanta inercia... y de mayores terminan antes de haber terminado...

Jesús Cotta Lobato dijo...

No cogé ventaja, ¡es que las madres son el amor puro!

Alejandro Muñoz dijo...

Me apena mucho pensar que algún niño de la 3. no despierte arropadito.

Y qué gustirrinín el chorreo por la pilila de la sandía. El próximo verano se lo daré a probar a mi pequeño.

Entrañable, Jesús.

Mery dijo...

Cada una de estas imágenes me ha resultado propia e íntima, quizás la que mas, la de encontrarte arropado en tu camita.
Casi tengo ganas de llorar, seré tonta.
En fin, una belleza de entrada, tal como nos tienes habituados.
Un beso

Granito dijo...

Hablas de un patio, un limonero, el campo..., como aquel otro en su "Retrato":

"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero..."

Quizá mis patios y mis limoneros sean esos largos paseos con mi padre y mi hermano "lomita tras lomita" con larguisimas conversaciones, o aquellas otras noches de viernes, con toda la numerosa familia junta viendo el "Un dos tres", cuando al volver de la cocina con mi cola-cao me detenia a saborear la escena, esa armonía familiar que casi me hacía llorar de emoción.

Y..., quizá no me detenía, quizá lo hago ahora al leer tus bellos recuerdos que me llevan a los míos. Gracias pues.
Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Eresmicruz, como en la niñez todo nos pasa por vez primera y somos tan impresionables, el recuerdo nos marca para siempre. Cuando yo tenga nietos, seré como tus abuelos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Alejandro, a tu pequeñín dale sandía y todos los besos del mundo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Mery, qué bien que te identifiques con estas imágenes. Eso es señal de que tuviste una infancia feliz.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Granito, entonces nos parecemos más de lo que pensaba. Yo también he paseado por las lomas con mis hermanos y hemos visto todos juntos el un dos tres. Un abrazo.

Blimunda dijo...

El recuerdo de mi infancia es una presencia,una voz que siempre respondía cuando yo la llamaba, una mano suave que me arropaba y dejaba caer sobre mí el bálsamo indescriptible del olor de su cara, del olor de su pecho, el tintineo de una medalla de la virgen recorriendo el camino de la cadena que ella siempre llevaba.

Gracias Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Blimunda, es un recuerdo entrañable que haces muy bien en evocar y escribir, porque lo bello no debe morir.