1. Tienes tantísima hambre, que te llenas el plato hasta los bordes y luego no te comes ni la mitad.
2. "Estoy agotado. No puedo más", dices después de todo un día de trabajo y contrariedades que no te han permitido ni echar una cabezadilla. Pero, de pronto, tu hija pequeña se da un golpe y tienes que llevarla a urgencias para que le pongan tres puntos y regresas de madrugada y recuerdas que mañana tienes que entregar no sé qué cosa urgente en el trabajo y te tienes que sentar a hacerlo. En fin, que sí podías más.
3. Estás dejando de fumar, combatiendo con mil argumentos el mono del tercer día y, al cuarto, en la hora de más debilidad, te fumas uno para no reventar. Y cuando te lo fumas, descubres que no habrías reventado, que has hecho el tonto.
4. "Necesito un baño relajante, un masaje, un spa, un jacuzzi, unas cuatro horas de hacer sillón-ball". Y cuando, por fin, lo consigues, te preguntas si ha valido la pena haberlo deseado tanto.
5. En frío te arrepientes de haber hecho lo que hiciste en caliente, cuando uno es capaz de cualquier cosa.
6. Has bebido unas cuantas copas y quieres a todo el mundo, incluso a ese que ahora brinda contigo y mañana, ya sereno, te pondrá la zancadilla en el trabajo.
7. Te miras al espejo y te ves feo, poca cosa, un desastre de hombre. Y mira por dónde, ese día tres mujeres te dicen que tienes el guapo subido.
8. Ese día no tenías ganas, pero te pones al asunto, porque, en fin, el comer y el rascar es todo empezar. Y, sin quererlo ni beberlo, el orgasmo es tan brutal, que te pasas una semana con cara de tonto.
9. Te sientes muy bien de hormonas, dopaminas y cosas de esas con las que el ánimo se levanta. Y te parece que nada puede fastidiarte el día, pero entonces, vaya, te has dado un golpe en el pulgar del pie con la pata de la mesa. Y, tras una ristra de palabrotas, las dopaminas se van al garete.
10. Sientes una opresión muy grande en el pecho, como si te fueras a morir. Vas al médico y estás más sano que una pera. ¡Enhorabuena!
10 comentarios:
El problema es saber cuándo te miente el cuerpo y cuándo no. Bueno, la verdad es que los que ya tenemos una edad lo vamos sabiendo, en algo tenía que ser positiva la ancianidad jeje.
Un abrazo extracorpóreo.
El 8 es una delicia. Y el 1, bueno...un servidor es de rebañar el plato.
Un fuerte abrazo.
Don EPIFANIO:
No sé dónde leí que eso de que la carne es débil es una cochina mentira. La carne es fortísima, la que es debilísima es la voluntad, que la engañas con cualquier tontería.
10 neutonios
Y digo yo Jesús, que no será la mente la que nos distorsiona con sus falsas espectativas, sus prejuicios y sus pejigueras porque, en realidad, el cuerpo tiene recursos que no conocemos del todo y termina siempre, como tú bien dices, sorprendiéndonos.
Salud!!!!
Fernando, yo creo que esa lista no la podría haber elaborado con veinte años menos. ¡Para lo que sirve la edad! Y otro abrazo para ti.
Juanma, eso es porque estás sano desde todos los puntos de vista. Sigue rebañando. Un abrazo.
Dyhego, pues debe ser eso, que a la menor insinuación de la carne, que soporta lo que le eches, la voluntad saca la lengua como un perro sumiso. Diez erotones.
Blimunda, eso debe ser. El cuerpo sabe más que la mente, la cual nos engaña. Y si alguna vez parece que el cuerpo nos engaña, nos ha engañado la mente interpretando mal al cuerpo. Salud
No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.»
Y cito otra obra que debiera estar en las programaciones didácticas de todo hijo de vecino, Conan,el bárbaro, cuando el malo malísimo que mató al padre del cimerio buscando el secreto del acero, le muestra que la espada es más débil que la voluntad de poder que la sustenta, ordenando a una muchacha que se arroje por un precipicio.
De cualquier modo hay otro engañador que no es ni mente ni cuerpo.
Me gusta mucho la dos. ¿Será la pereza que quiere engañar al cuerpo, que es más listo, más fuerte y mejor de lo que creemos? ¿O la voluntad que puede arrastrarlo aunque sea un tramposo?
No sé, Cotta, me estoy armando un poco de lío. Como escribes menos me da tiempo para pensarlo...
Reyvindiko, yo soy mi gran engañador. El cuerpo me dice cosas y yo lo interpreto según me convenga. Esa es mi desgracia. Respecto al otro engañador, prefiero no pensarlo. Me da miedo. Un abrazo.
Lolo, yo creo que el cuerpo envía sus mensajes, pero que la mente los interpreta mal, porque el cuerpo envía el mensaje de urgencia antes de que la urgencia sea real, por si así le hacen caso. Y, ay, me gustaría escribir más, porque os necesito, pero ¡no tengo tiempo ni para rascarme!
No puedo poner un pero absolutamente a ninguno de los 10.
De no ser por estas horas, alguno se me ocurriría, pero es que ahora mismo " uf, estoy agotada y no puedo mas".
Un beso
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