miércoles, 3 de noviembre de 2010

Discurso fúnebre

Estamos aquí reunidos para lamentar la muerte de nuestro querido maestro por culpa de una ingestión de huevo de gallina feliz contaminado.
Lo han acusado injustamente de terrorista, de ladrón, de evadir capitales y de mal padre. Pero si puso bombas, no fue por el placer de la violencia, sino para luchar contra un sistema injusto. Si robó bancos, no fue para ser rico, sino para minar el capitalismo explotador. Si invirtió ese dinero en Suiza, no fue para vivir como un marajá, sino para denunciar los paraísos fiscales. Y si abandonó a sus hijos en un orfanato, fue para dejar en evidencia la injusticia intrínseca de la familia tradicional.
Sentía un gran amor por los animales, tanto que era partidario de esterilizar a los humanos para repoblar el mundo de monos.
Para los que somos hedonistas fue un modelo moral, pues fue un maestro en el arte de procurarse placeres. Suyo fue el invento del jacuzzi con miniexplosiones de polvo picapica en el culete.
¿Y qué diré de la solicitud con que inyectaba inyecciones letales a los moribundos? Las buenas personas no ayudan a seguir viviendo sin dolor, sino a morir sin dolor.
Por todo ello, ¡lloremos todos mucho, que es muy bueno para las glándulas lagrimales!

8 comentarios:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

El poder de las palabras, capaz de hacer parecer una buena persona a un perfecto hijoputa.
Este discurso, me recuerda mucho a los que escuchamos todos los días reseñados en los telediarios cuando hablan de política.
Que tengas buen día.

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Estoy de acuerdo en casi todos los puntos que usted reseña hoy pero ¿no cree usted que las motivaciones para dejar a un hijo en un hospicio puedan ser otras? Quizás no pueda hacerse cargo de él y quiera lo mejor para su hijo. Claro que, en un caso así, yo preferiría dejarlo en la puerta de una casa. Si yo me encontrara un bebé en la puerta de mi casa me pondría más contento que unas pascuas y no me lo quitaba ni la Bibiana, ni el juez ni el sursum corda.
"Esterilizar a los humanos" suena a nazi pero habría mucho que matizar. Hay casos en los que es más "cruel" permitir la procreación que evitarla (y no estoy hablando del aborto).
Y en cuanto a la eutanasia, ¿de qué sirve prolongar artificialmente una vida que no tiene ya recuperación? Recuerdo las imágenes del papa Juan Pablo II asomado al balcón, hecho polvo y la gente, morbosa, esperando a ver si se moría en directo. Horroroso. ¿No habría sido más humano dejarlo tranquilo en su cama, que se apagase lentamente...?

Ataquemos las injusticias, las felonías, los crímenes pero examinemos los hechos desde varios puntos de vista.

20 neutonios, querido don EPIFANIO.

Jesús Cotta Lobato dijo...

No cogé ventaja, lo que siempre me ha gustado de las palabras es que con ellas uno puede estar diciendo exactamente lo contrario de lo que parece decir. Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, el discursito este es más bien una manera de dejar en evidencia a los que justifican sus maldades con razones aparentemente éticas. Tiene usted toda la razón en que es mucho mejor abandonar a los hijos en un orfanato que matarlos de hambre o abortarlos y le honra a usted que esté dispuesto a adoptar a un niño abandonado en su puerta. Bueno, y respecto a Juan Pablo II, yo admiré su valentía, el morir con dos cojones sin pedir la inyección letal. Reciba usted hoy veinte neutonios.

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Sigo pensando que la actitud con Juan Pablo II fue inhumana. Una persona con tal deterioro físico era "manejada" y el empeño en tenerlo de aquí para allá, moribundo, fue una decisión morbosa, inhumana y cruel. Lo tuvieron como a un títere. No se tuvo en cuenta su dignidad como persona. No digo yo que le inyectaran matarratas, pero dejar sufrir a una persona cuando un poquito de morfina la puede aliviar pues... es humano ¿no?
El papa tenía a su alrededor un médico personal, un ayudante para acostarlo, etc, etc.
En fin, ojalá pudiésemos tener una muerte digna y por muerte digna entiendo que no se prolongue artificialmente una situación irreversible, que no te martiricen con catéteres cuando ya no hay vuelta atrás, que no te dejen comido de dolores cuando un jeringuillazo de morfina te puede aliviar.
Repito, ojalá la muerte fuese dulce para todos.
Salu2 vitales y festivos, jolines.
30 neutonios, mi querido don EPIFANIO.

lolo dijo...

Fúnebre y consecuencialista, lo veo.
Esa gallina feliz... cómo ha podido contaminarse.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, yo pienso exactamente lo mismito que usted. Nada de inyecciones letales, pero sí toda la medicina paliativa que uno necesite, para no sufrir. En cuanto a Juan Pablo II, soy incapaz de decirte qué tipo de medicina paliativa utilizaba y, en fin, no te fíes de las apariencias: a veces un vejete parece manejable, pero tiene muchos cojones. Hala, cuarenta neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lolo, esta es una de las desgracias del mundo este: que la felicidad y la bondad no nos garantizan la salud.