viernes, 24 de mayo de 2013

La Odilíada

A un alumno mío, a quien llamo en clase Eneas, sus padres le han regalado un ejemplar de la Odisea. Como ya tiene la Ilíada, ha pensado leerse los dos libros a la vez: el canto primero de uno a la vez que el primero del otro, así hasta completar los veinticuatro cantos de ambas obras. Estuve a punto de decirle que era una idea más bonita que práctica, porque no son historias precisamente paralelas, pero no quise echar tierra sobre un proyecto personal que me contaba con verdadera ilusión.

“Léetelo y dime qué experimentas. Quizá dentro de ti Héctor y Aquiles acaben luchando entre las olas de la Odisea y Calipso acabe suavizando a fuerza de besitos a los melenudos aqueos de la Ilíada. Después puedes inaugurar un libro blanco titulado la Odilíada donde consignes las impresiones que te ha suscitado la lectura paralela de esas dos grandes obras. Será un buen regalo el tuyo para la humanidad y las humanidades”.

Tengo la suerte de llevarme muy bien con todos mis alumnos, pero con ese tengo la conexión especial que se establece solo entre los que vibramos de emoción ante los héroes homéricos y quisiéramos estar entre ellos, ser como ellos, ser uno de ellos.

4 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
Pero si ya lo es usted ¿no?
24 neutonios ilidíacos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Acepto el cumplido si usted acepta que también es otro héroe homérico, eso sí, preferiría que fuera usted de los troyanos conmigo, no de los aqueos. 25 neutonios dardanios.

Paco dijo...

Me pido Príamo...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Paco, ah, Príamo, aún te recuerdo, anciano pero vigoroso, sacando tu espada y luchando contra los aqueos y cómo caíste en el polvo sin que nadie conozca tu sepultura, igual que le pasó al último emperador bizantino.