Me han invitado a una comunión en un pueblo de Badajoz. Lo mejor del trayecto son los árboles, las torres de las iglesias y las amapolas.
Son dieciséis almas de diez años las que van a comulgar hoy. Dieciséis niños con más razones que nunca para ser buenos. Todo el pueblo está de fiesta dieciséis veces. De los dos mil habitantes, muchos han sido invitados a más de cuatro comuniones.
En la iglesia, atestada, la gente es mucho más respetuosa y silenciosa que en las iglesias de los suburbios
Los niños cantan una canción que me cantaban a mí de niño y me alegran el día.
Toco la pila bautismal donde durante cuatro siglos se han bautizado miles y miles de personas.
En el convite veo a gente que hacía diez años que no veía. Van todos con su mejor ropa. Los lazos familiares son lo bastante fuertes como para hacer que la gente viaje durante cientos de quilómetros para poner un beso en la frente de una niña y hacerle un regalo.
Como colofón, ella se sube durante la fiesta a un poyo y nos lee una carta de agradecimiento de su puño y letra y con el corazón en la mano.
De nada. Ha sido un placer.
8 comentarios:
Yo he visto en esa carta también muchas amapolas...
(Es una entrada preciosa)
Besos con wish, wosh y con splash, splosh.
Blimunda, las imagino rodeando tu casa.
:)
25 neutonios amapoleros.
En los pueblos la vida transcurre de otra manera y la niñez, como hablamos, es más libre en los pueblos. Me alegra que hayais disfrutado de esta fugaz, pero intensa, visita a mi querido pueblo. Me alegró volver a veros. Un abrazo
Ideam eadem idem para usted.
Alea, fugaz e intenso, sí. Habrá que repetirlo. Un beso para ti, tu princesa y tu príncipe.
Benditos niños. Y benditos pueblos.
Querido amigo el tiempo nunca podra romper los lazos que nos unen. Gracias por todo.
Desde hoy son más fuertes. Un abrazo.
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