Haciendo el otro día en el instituto mi turno de guardia (algo que detesto), un alumno cani que conozco de verlo alborotar y saltar por los pasillos me interpeló a grandes voces:
-Profesor, ¿quiere que le cante una canción?
Cuando le dije que sí, se quedó sorprendido y todos los colegas lo jalearon para que se atreviera a cantármela. Me subí a la tarima como único espectador (a mi instituto no ha llegado el furor pedagógico antitarimas) y lo miré con expectación.
Entonces, se transformó en uno de esos cantantes con aire de banda callejera latina que cantan rap en los vídeos musicales. Me pareció elegante y personal y profesional su estilo, su manera de mover los brazos y el cuerpo. Dedicó la canción a una compañera, allí presente, que se llamaba Paloma, la cual intentaba ocultarse bajo su melena; creo que no estaba muy segura de querer que le dedicara una canción y más aún delante de un profesor desconocido y calvo.
He aquí, verso más o verso menos, la canción:
Canija, rubia y tetona.
Pero no es un animal,
aunque se llame Paloma.
Tras agradecerle el honor, me atreví a decirle que un caballero como creo que él era no debía dedicarle a una chica en público una canción donde se la llama tetona. Que eso es lo que le diría, por ejemplo, un toro a una vaca, si pudiéramos traducir sus mugidos, pero no un hombre como Dios manda a una mujer como aquella chica que era un auténtico sol.
-A ver, ¿y qué le cantaría usted?
Entonces me vi obligado a improvisar unos versos, que no estaban medidos como los suyos. Junté varios tópicos literarios y hablé del nácar de su rostro, de las estrellas de sus ojos donde yo encontraba el sentido de la vida, de flores a sus pies y cosas así, mientras miraba a la chica y terminaba con una reverencia que la hizo reír y sentirse halagada. Y entonces el cani se subió a la tarima y me estrechó la mano con simpatía.
-¡Usted me gusta! ¿De qué da clase?
-De griego -le dije.
Y ahora pienso en ese chico amigo de las musas, pero con tan poca formación. Es hijo de una época que le ha enseñado que no mida las palabras, que no se controle, que sea espontáneo, que la caballerosidad, si es que la conoce, está desfasada y que, puesto que hombres y mujeres son iguales, él no tiene por qué tributar a las damas un respeto especial. En ese contexto, decirle tetona a una niña que le hace tilín (y tolón) no es un insulto ni una falta de caballerosidad, sino espontaneidad e igualdad.
Espontaneidad + igualdad ramplona = verso con la palabra "tetona"
La próxima vez que lo vea en el pasillo le voy a regalar un libro de poesía. Quién sabe si, ya que tiene el ritmo en el cuerpo, le corre también la poesía por las venas.
(Hoy publico la reseña de Cabanillas en Estado Crítico)
6 comentarios:
A ver si se afina el chiquillo.
Dyhego, sobre todo por Paloma, que se merece mejores poemas.
Hola, Jesús:
Sigo tu blog esporámicamente, porque no tienes suscripción de email, y los rss son un rollo. Pero me gusta y considero que es de los que aportan (aunque yo no aporte mucho) Por eso, desde el Chestertonblog (http://chestertonblogdotcom.wordpress.com/2014/06/10/agradecimientos-premios-y-reconocimientos-al-chestertonblog/) te he nominado para el 'Versatil Blog Award', que a los de Wordpress les gusta mucho todo eso.
Enhorabuena por tu trabajo, tus libros y tu blog. Un abrazo muy fuerte, Juan Carlos de Pablos.
Si me permites un sugerencia, creo que sería recomendable las rimas de Bécquer: Rimas fáciles, sin complicaciones, poemas cortos... y además sevillano
Piensa que de la elección de ese libro y de que vaya acompañado del comentario preciso depende que la vida del cani adquiera o no un nuevo sentido.
Suerte!!
Juan Carlos, ahora mismo me informo de cómo es eso de la suscripción de email, porque, aunque escribo para todos, me gustan los lectores como tú. Recibe mi abrazo, mi agradecimiento y mi simpatía.
Paco, pues ahora mismo voy a mirar si tengo algún ejemplar y se lo llevo esta semana. Creo que es el poeta más indicado.
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