Un error frecuente en que incurren algunos ensayistas, escritores técnicos y, sobre todo, políticos, consiste en preferir la expresión nominal a la verbal, como si decir, por ejemplo, “La utilización de conceptualizaciones propias de la escuela marxista en el programa político de nuestro partido no implica la admisión del partido de los postulados marxistas” fuera más científico que decir simple y llanamente, como pide la preferencia del español por lo verbal, “En el programa del partido usamos a veces términos marxistas, pero eso no significa que lo seamos”.
Ese lenguaje nominal sin acción ninguna es propio de pensamientos poco dinámicos que creen que la ciencia consiste en meras equivalencias entre conceptos, cuando, en realidad, a mi modo de ver, los conceptos en nuestra boca deben parecer tan vivos como las cosas reales y se relacionan entre sí de modo tan variado como las cosas con las cosas: relaciones de dominación, de sumisión, de temporalidad, de simpatía, de enfrentamiento, de choque, de explosión… Las relaciones entre conceptos requieren expresión verbal y viva y no esa mera nominalidad que esconde muchas veces vacuidad conceptual.
Y aquí me entrevista Mario Noya en es.radio acerca de Rosas de plomo.
4 comentarios:
Don Epifanio:
Todo eso son florituras y horror vacui.
Hablar claro y sencillo parece ser que no se estila, como lo de llevar jazmines en el ojal.
En cuanto pueda oigo su entrevista.
Debe usted sentirse como los actores que van de estudio en estudio hablando de su película.
25 neutonios claros.
Don Dyhego, usted tiene un estilo claro, directo y sencillo. 25 neutonios estilísticos
No pueden hablar con sencillez porque entonces todos nos daríamos cuenta de que sólo dicen tópicos, tonterías o perogrulladas.
Por cierto que si no llegas a "traducir" la primera oración me quedo "in albis".
¡Cuánta razón tienes! Además, nominalizar el idioma es violar al español, lengua verbal como pocas, tanto que ha llenado de su verbo al mundo.
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