Contra mi costumbre, envío hoy un poema triste, muy triste, pero lo pongo aquí por dos razones. La primera es que me parece buenísimo y representativo de la desesperanza que a todos nos ha oscurecido alguna vez. La segunda es que es de mi hermano Daniel.
En esa pared blanca y encalada
veo un puntito negro, sólo un punto,
y pienso y pienso tanto en ese punto
que sólo veo punto en la fachada.
Veja y maltrata, pero ¡cuánto agrada
dejarse fornicar por ese punto,
que viole a mis cerebros hasta el punto
de serlo todo él; lo demás, nada!
Un punto, un punto negro desintegra
y vampiriza mi alegría. Un punto
que vuelve una pared de blanca en negra.
Un punto que es un universo.
Un punto
se está comiendo mi existencia.
Un punto
va a devorar a Dios, un punto, un punto.
(Daniel Cotta, de Alma inmortalmente enferma)
2 comentarios:
Siempre agradecido por tu incondicional entusiasmo.
Pasar por su blog siempre es una brisa para el alma . Profundo , real este poema que compare al vacío ...Que estoy transitando es no permitir que la oscuridad nos atrape caer , sentir el vacío es necesario para surgir con fuerza y pasión hacia la luz
Un cálido saludo
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