Mi amigo y poeta Juan Andivia me ha dicho que en un teatro de Huelva una compañía va a cantar y danzar sus poemas. Y me ha parecido algo magnífico.
¿No es el colmo de la felicidad para un poeta que pongan música a un poema suyo, devolverlo a la música de donde nace? Si cantar un poema es hacer dos veces poesía, porque convierte el sonido en poesía, ¿cuántas veces hace poesía quien la baila, que no se conforma con poetizar el sonido, sino que además convierte en poesía su propio cuerpo?
Si ya sería maravilloso que musicasen un poema mío, ¡el alegrón que me darían si además me lo bailaran! Ni ojo vio ni oído oyó la fiesta interior, pirotécnica y archimuscántica que, si tal cosa ocurriese, mis potencias organizarían con mis sentidos internos y externos: mi aura se vería desde el monte Olimpo de nuestro hermano Marte.
Afortunado el poeta que, como Juan Andivia, reciba en vida tal galardón. Otros esperamos alcanzarlo después de muertos si es que en el Cielo se prestan para ello las bailarinas de Gades, las hijas de la reina de Saba y, por supuesto, los hoplitas danzantes de Esparta.
2 comentarios:
Puedo entender ese deseo. Pero con lo de musicar un poema hay que tener, en mi opinión, cierto cuidado. Lo ilustra bien la siguiente anécdota. Como es sabido, Mallarmé, mientras vivió en París, organizaba cada martes, en su domicilio de la Rue de Rome, reuniones con artistas e intelectuales amigos. A ellas asistía a veces Debussy. En cierta ocasión, entusiasmado tras la lectura de "L'après-midi d'un faune", comentó a Mallarmé su intención de ponerle música, a lo que éste le repuso: "Creía que eso ya lo había hecho yo". Fuera o no ésa la razón, el hecho es que la composición de Debussy es un "Preludio" puramente instrumental. Un poema, si de veras lo es, tiene su propia música, que hay que tener en cuenta.
Bonita y buena la anécdota, que yo desconocía. Es cierto que un buen poema ya tiene su propio ritmo, su cadencia, su son interior y exterior, y a eso lo llamamos también música, pero no llega a ser música, al menos no música tal como la entiende un músico. Y tiene usted razón en que a veces ocurre que la música que se le pone a un poema rompe o inutiliza la que ya tenía el poema por ser poema, pero hay veces felices en que la música del músico complementa o realza o mejora la del poema. A mí, por ejemplo, me parece magnífica la música que Amancio Prada le puso a "Libre te quiero" de Agustín García Calvo. El poema mejora notablemente con ella. Un saludo.
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