En mi instituto hay un coro de alumnos y profesores y yo canto en él. Una de las profes cantoras le enseñó uno de nuestros vídeos a su hermano y he aquí que el hermano me reconoció. “¡Pero si ese es Jesús Cotta!”.
Su hermano se llama JMA y coincidí con él en primero de carrera. Y le dijo a la hermana: “Si no se acuerda de mí, dile que me llevó al Hospital de la Caridad a llevar tabaco a los viejitos”.
Era ese un recuerdo que yo tenía totalmente olvidado, pero que a él se le quedó grabado. Me he gustado yo mucho en el recuerdo de mi amigo llevándolo a hacer compañía a los viejitos y llevarles tabaco, cuando aún se podía regalar tabaco. Pero más me ha gustado que a él no se le haya borrado ese recuerdo.
El Jesús Cotta joven y con pelo estaba más cerca de Dios que el calvo que ahora os habla y que, mientras se va haciendo viejo, lleva treinta años sin visitar a los viejos.
Gracias, JMA, porque, treinta años después, has sido tú quien me ha llevado a hacer compañía a los viejos y a fumar con ellos mientras nos cuentan su vida.
3 comentarios:
me gusta tu blog lo he encontrado de casualidad
disfruto lo bueno y tus letras me gustan
un abrazo desde miami
Recomenzar, gracias por tus amables palabras. Sé bienvenida. Un abrazo desde Sevilla.
Don Epifanio:
hay anécdotas que se quedan grabadas en la memoria.
Mejor recuerdos agradables, que traumáticos.
25 neutonios graba2.
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