lunes, 18 de junio de 2018

Los lotófagos y la droga

Leyendo el otro día con mis alumnos el pasaje de la Odisea en que Odiseo y sus hombres llegan a la isla de los lotófagos, me di cuenta de que Homero recoge  los cuatro pasos por los que suele pasar cualquier persona que haya sufrido un episodio de drogadicción: seducción, adicción, abulia y mono. Y Homero los relata sin darles un nombre, con esa ingenuidad suya tan encantadora.

En efecto, al llegar a la isla, fueron recibidos por los lotófagos, que no les hicieron daño, sino que les ofrecieron gratis el fruto del loto. Esa es la fase de seducción, cuando los amigos te ofrecen la droga o los traficantes la regalan para asegurarse una clientela. Cuando lo probaron, los hombres de Ulises no podían dejar de comerla. Esa es la adicción. Y ya se olvidaron de la patria y del regreso. Esa es la abulia, la pérdida de voluntad y de objetivos en la vida salvo el de seguir consumiendo la sustancia. Y cuando Odiseo los arrastró por la fuerza a la nave para librarlos del loto, se pasaron todo el rato llorando porque echaban de menos el loto. Ese es el mono, el síndrome de abstinencia.

Me pregunto qué sustancia adictiva, aparte del vino, conocería él para retratarla tan bien.

No se me ocurre mejor campaña contra la droga que la de presentar a unos hombres hechos y derechos llorando como tontos en el barco que los lleva de vuelta a su patria porque en vez de la patria, la familia, el abrazo de la esposa y de los hijos, prefieren seguir deglutiendo una sustancia con la que dejan de ser hombres.

4 comentarios:

Dyhego dijo...

Los clásicos, siempre tan actuales, don Epifanio.
25 neutonios adictivos.

Nyx dijo...

Otro ejemplo, menos impactante y centrado sólo en los efectos del alcohol, es la leyenda de Dionisos y el descubrimiento del vino, cuando el dios va introduciendo la plantita de la vid progresivamente en un hueso de pájaro, uno de león y otro de asno, para luego percatarse de que todo aquél que prueba el jugoso néctar se vuelve al principio alegre como un pajarillo, si sigue bebiendo adquiere el coraje de un león, pero si no para, cae en comportamientos brutales y estúpidos como los de un asno.
Yo creo que los comportamientos adictivos no sólo van ligados al consumo de sustancias, cualquier actividad, o incluso los sentimientos, pueden llegar a convertirse en objetos de adicción, pero probablemente eso sea en la actualidad mucho más fácil que en la antigua Grecia, así que no deja de ser curioso el tino de Homero.
Sin embargo, mantengo la creencia de que las culturas de la Antigüedad alcanzaron cotas de entendimiento del espíritu humano asombrosas para no disponer de teorías ni terapias psicológicas propiamente dichas. No hay más que leer, no ya una obra de la Grecia o la Roma clásicas, sino el "Poema de Gilgamesh", muy anterior, para encontrarnos con conceptos como salvajismo, civilización, amor, deseo, despecho, amistad, tiranía, liberación, miedo a la muerte y búsqueda de la inmortalidad, expuestos con una viveza que ya querrían muchos hoy día. Por algo un clásico es un clásico.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Don Dyhego, léase usted el episodio y verá cómo se sorprende. 25 neutonios.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Nyx, en su comentario usted ha abatido magníficamente un tópico muy extendido y según el cual el hombre actual es la mar de avanzado en comparación con el hombre del pasado. Pero en realidad los hombres hemos sido siempre igual de listos y refinados. Construir un ipod no es señal de más inteligencia que componer el Gilgamesh o la Odisea. Por cierto, tengo que leerme entero algún día el poema de Gilgamesh.
Un abrazo.