lunes, 14 de julio de 2008

Derechos del gran simio


Es más fácil mantener el privilegio de unos pocos que el derecho de todos y suele ocurrir que, cuando un antiguo privilegio, como el de la ciudadanía romana, se extiende a todos hasta el punto de convertirse en derecho, deja de tener valor y es como no tener derecho ninguno.

Los derechos humanos eran antes privilegio de unos pocos. Ahora son privilegio del hombre y, por una vez, no sólo estos derechos son efectivos y están garantizados sino que además este privilegio humano es justo: nacen de la dignidad humana y ésta nace de su conciencia, su libertad y del hecho de ser la única criatura, que sepamos, capaz de darse cuenta de todo ello. Por eso, el concepto de derecho es exclusivamente humano. Requiere además tanto esfuerzo e implicación por parte de todos y del Estado que, si comenzamos a extenderlos a los animales, corremos el riesgo de que se desvirtúen y pierdan todo su valor y eficacia.

Defender los derechos de los animales es amar a los animales tanto como al hombre o incluso más. La gran pregunta es: ¿por qué algunos hombres desprecian tanto su propia naturaleza? Si hay que elegir entre la vida de un niño y la de un gran simio, ¿sería aceptable que un gobernante suspendiera el juicio?

Los hombres tenemos el deber ético de no hacer sufrir a los animales porque están más indefensos que nosotros, no porque sean iguales a nosotros en dignidad. Nuestra dignidad se manifiesta en nuestra compasión hacia ellos. Darles derechos es reducirnos a animales y convertirlos a ellos en hombres, lo cual ya sería poca cosa, habida cuenta de lo fácilmente que extendemos a especies inferiores algo que en realidad es tan grande.

Podemos llevar esto al absurdo: ¿por qué dar derechos sólo a los grandes simios? ¿Por qué no también a los pequeños simios y a los delfines y a los loros y a los pájaros y a todo lo que se menea sobre la faz de la Tierra?

5 comentarios:

Daniel Cotta dijo...

Yo sí concedería derechos a todo lo que se mueve a condición de que todos los seres asumieran también el deber de servirnos para nuestros perversos fines de dominación genesiaca y universal.

Anónimo dijo...

Aquí, lo siento, pero discrepo.

El hombre está en la cumbre de la evolución, por eso sí debe tener más derechos que un animal. Pero, el animal, simplemente por no ser humano, no creo que deba carecer de derechos. Un perro no puede protegerse de ser asesinado cuando no sirver sólo en la ética o el buen corazón de una persona.
Hay gente con demasiados aires de superioridad, los animales también merecen derechos.

Ojo, no antepongo a los animales antes que al ser humano, eso es absurdo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues tienes razón, Daniel, sólo deberían tener derechos los que puedan corresponder con deberes. Pero eso no significa, dr. Bito, que los animales no merezcan respeto y compasión. La crueldad nunca está justificada.

Anónimo dijo...

Según la RAE hombre significa "ser animado racional, varón o hembra" entre otras acepciones.Pero no veo por ninguna parte que signifique también "dios encargado de asignar derechos a su propia voluntad" y eso me temo que es lo que hacemos. Compartimos esta naturaleza con los animales, convivimos con ellos, no se la dejamos graciosamente, con generosidad o ternura. RESULTA QUE ESTE MUNDO TAMBIÉN ES DE ELLOS, en ningún momento fue nuestro como para que tengamos que repartirles derechos.
A lo mejor somos nosotros los que desde nuestro puesto de "semidiós" racional nos asignamos el poder de atribuirlos. ¿Que somos más fuertes? El virus del sida lo es, los cachorros de muchos animales lo son más. ¿Que somos racionales? Claro, por eso nos matamos mutuamente en virtud del "no me gusta lo que eres"¿Que somos más? ¡Anda que no hay insectos! ¿que damos forma a nuestros pensamientos con las palabras? ¿Quien nos dice que somos nosotros nada más?¿no nos comunicamos con nuestra lengua nada más que con semejantes?¿o es que alguno de nosotros sabe chino? ¿o ladridos? En fin, que mientras no tengamos la humildad de considerarnos ante todo naturales, nos vamos a llevar más de un disgusto con nuestros congéneres y por supuesto con todo ser vivo que nos rodea.
Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tu derecho conlleva mi deber de respetarlo. Sólo si cumplo con ese deber, tendrás derechos. El derecho sin el deber no se entiende, se quedaría en privilegio. Por tanto, sólo pueden tener derechos los seres que pueden corresponder con deberes y, que yo sepa, en la Tierra somos los hombres las únicas criaturas que cumplimos ese requisito.
Por tanto, la vida de un hombre es mucho más valiosa que la de un mosquito, porque el hombre, aunque puede matar, también puede morir para salvar a otro y eso lo hace porque quiere, no por instinto. Eso lo hace grande y único.
Los demás animales merecen nuestra compasión y nuestra protección, pero no tanta como la que merece una persona. Pero entiendo que mi visión es demasiado antropocéntrica quizá para usted. No puedo entender cómo sale tanta gente gritando por los derechos de los monos a no morir en los laboratorios y no protestan por la experimentación con embriones humanos. ¿No vale un feto humano más o al menos lo mismo que el de un gran simio? Saludos