miércoles, 9 de julio de 2008

La perfección del robot

Creo que maduré un poco el día en que comprendí que había problemas sin solución y más aún cuando comprendí que el mayor problema sin solución era el hombre. Ni políticos ni psicólogos ni pedagogos ni científicos pueden solucionar ese problema. Menos mal, porque si tuviera solución, nos habríamos convertido en autómatas.
Sin embargo, no nos resignamos a ser un problema y por eso estamos obsesionados con encontrar el método perfecto, el sistema político ideal, la educación idónea para que todo resulte perfecto. Estamos obsesionados, en fin, con encontrar el superhombre en el supersistema. Pero eso es imposible; hay que aceptar la imperfección. Más aún, hay que amarla. No hay sistema político perfecto: siempre habrá injusticia y crimen y sólo podemos aspirar a que ambos no nos destruyan; siempre habrá fracaso educativo y sólo podemos aspirar a que fracasen sólo los que quieren fracasar.
Todos esos métodos y utopías están condenados al fracaso porque son incapaces de aniquilar a los dos monstruos que más teme el hombre: el dolor y la muerte.
Esa imperfección humana es lo que el cristianismo llama pecado original, lo que los poetas y los místicos llaman pena, saudade, angustia, desasosiego...
Presiento que los imperfectos seres humanos exigen cada vez más la perfección a sus congéneres. El otro día una usuaria del autobús montó en cólera porque el autobús salió tres minutos tarde. La razón fue que el conductor tuvo que bajar a toda prisa a mear en el parque. La usuaria habría preferido que el conductor fuese un robot.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante reflexión.
¿Cómo sería la vida si todos fuésemos robots? es más ¿es compatible el término vida y robot?
Sería todo automático y fríamente calculado y programado, una monotonía aburrida y vacía.
Para mí, es esa parte humana de la vida lo que te da ganas de vivirla.

Un Saludo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Si alguna vez los robots consiguen una eficacia total imitando a los seres humanos, la diferencia más grande será moral: el humano tiene derecho a equivocarse y a enfermar y a hacer pipí, pero el autómata no tiene derecho a romperse y si se rompe, está bien darle una patadita.

Anónimo dijo...

No sé si intencionadamente o no, pero ha dado con la palabra correcta: "imitar"; nunca se podrá sustituir al humano.
Creo que humano y artificial son términos contrapuestos.

Yo prefiero al humano antes que la máquina, humanamente perfecto y humanamente imperfecto al mismo tiempo.