Oídlos y vedlos cantar aquí en la Iglesia de la Cueva. Lo que más me impresiona de ellos es su valentía, que los hace bellos; su capacidad para el perdón, que los hace admirables; su perseverancia en una tierra que los discrimina y en la que llevan cantando a Cristo siglos antes de la invasión musulmana. Pero lo que los hace más queridos para mí es que el Dios que ellos adoran ama al hombre, porque, antes que verdad y poder, es amor y misericordia.
Aquí los tenéis cantando para todos los que, desde Londres a Egipto y a cualquier parte del mundo, han muerto a manos de los blasfemos que matan en nombre por razones ideológicas disfrazadas de religión.
1 comentario:
Don Epifanio:
menuda escabechina están haciendo con ellos.
La religión, en manos de fanáticos, puede ser todo un horror.
25 neutonios pacíficos.
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