lunes, 2 de marzo de 2009

Vendedor de biblias

A mis diecinueve años yo quería ir de viaje a Roma a ver al Papa. Como no tenía blanca, me propusieron vender biblias. Eran unas biblias fetén, con miles de notas y de cuadros. La empresa me pasó una lista de direcciones de clientes suyos a los que podía darles la lata con alguna referencia.
Confieso que no conseguí vender ni una. Soy pésimo vendiendo biblias. Pero me pasó una cosa curiosa. En una casa me recibió un señor muy cortés, con pinta de padre de familia, y soportó mi perorata acerca de lo buenísima que era la biblia que le quería endosar. Cuando terminé mi discursito, me preguntó:
-¿Cuánto te dan de comisión por cada biblia?
Me quedé de piedra. En mi ingenuidad yo creía que los clientes no sabían nada de comisiones, pero como no sé mentir, contesté:
-Cinco mil pesetas –de las de antes.
Y ni corto ni perezoso me firmó un cheque por el doble.
No me compró la biblia, pero sí la mitad del viaje.
¿Quién había dicho que el ser humano no tiene remedio?

17 comentarios:

Juanma dijo...

En fin, quisiste venderle la Biblia a uno de sus protagonistas: el buen samaritano.

Un abrazo, querido Jesús.

Alonso CM dijo...

El cazador cazado.
A mí me pasa lo mismo, tampoco sé vender, ni siquiera me sé vender a los demás. Cuestiones de marketing.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Me ha recordado esta entrada algo muy similar que me pasó a mi. Pero fue una enciclopedia. El buen samaritano me extendió un cheque. Si vender biblias es difícil, imagina una enciclopedia de 60 volúmenes.

Juan Antonio González Romano dijo...

El poder de la palabra revelada, amigo.

José Miguel Ridao dijo...

Tu entrada me ha traído a la memoria a Don Jorgito, ese inglés que recorrió España en el siglo XIX vendiendo biblias. ¡Qué bien se lo tuvo que pasar! Curiosamente se llamaba George Borrow, y borrow en inglés es tomar prestado. Seguro que no vendía muchas libras y debía tomar dinero "prestado" más de una vez para sobrevivir. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Qué majo, ése se había leído la Biblia y la había asimilado completica.
Me hace muchísima gracia que uno de tus primeros oficios fuese "vendedor de Biblias". ¿Lo pones en el curricum?
Buen comienzo de semana.

Ranzzionger dijo...

Señor Ridao, me ha quitado la anécdota de las teclas. Para más inri, Jorgito era anglicano y, por lo que sé, era tomado como un entrañable estrafalario. Vamos un guiri de primera generación. Me estoy imaginando al bueno de nuestro anfitrión llamando a los timbres de las puertas ofreciendo esas maravillosas Biblias. Qué duro es eso de hacer el puerta a puerta, peor qué gran escuela para prender a observar la naturaleza humana.

Anónimo dijo...

A mí vino una vez una vendedora de Planeta, lindísima, preciosa, cariñosísima. No me quedó más remedio que comprarle una enciclopedia, tras todo lo que pasó... Pero mejor lo cuento otro día en mi blog.

elpiyayo dijo...

Suele ocurrir, los que no saben vender, es decir, los que no saben mentir y tener buena memoria no pueden vender biblias, ni jamones y menos un coche usado. Para vender hay que tener unas cualidades básicas o ser una mujer guapa que ni que si ni que no y no le importe los "comentarios". Solo que unos se aprovechan de los vendedor@s y otros les ayudan a saber que su futuro no está ahí.

Rosna dijo...

Que maravilloso leerlos a tod@s , Tadaima Cotta san .... (aqui estoy de nuevo ) echaba de menos su Bitacora y tan preciados comentaristas , mi ordenador estaba de paro .... Uhyyyy no me lo imagino vendedor , y ofreciendo Biblias...??? Yo no sirvo para vender ni un alfiler .
Buena Semana para Usted y para Tod@s .
Ahhhh , que maravilloso Mago tienen sus Princesitas ... siga apagando las Farolas con palabras mágicas , con la Magia del Alma . Si me permite le dejo una bella canción para Usted y sus bellas princesitas : Hoy te toca ser feliz de Mago de Oz .... le debo el enlace es que soy muy torpe para esos menesteres ..
Un abrazo desde las nubes
Rosna

Jesús Cotta Lobato dijo...

Sí, Juanma, fue un buen samaritano, aunque yo no estaba herido ni me habían dado una somanta de palos.
Ya somos dos, Miradme.
Javier, ¿te compró los sesenta volúmenes o te dio un cheque por la comisión? En ambos casos, tu historia supera la mía con creces.
Eso debió ser, Juan Antonio. Tu dixisti.
José Miguel, Razzionger, buscaré quién es este Jorgito. Se podría hacer una peli de él.
Olga, te aseguro que yo como vendedor de biblias coseché muchas frustraciones, hasta que di con el que la asimiló completica. No lo pongo en el currículum, porque el mérito no lo tuve yo, sino el otro.
Octavio, muy bien que hiciste comprándole el producto. ALgunas cosas se dan gratis et amore. Otras, no. Y a ver si lo cuentas.
Piyayo, esas cualidades que dices no las tengo. COmo además no soy una chica guapa, soy pésimo vendiendo.
Ah, ROsna, cuánto tiempo. Los ordenadores no deberían tener derecho a romperse. AHora mismo busco el enlace. Para ti, te envío las flores del almendro, que aquí en el sur están aún en flor.
Un abrazo a todos

Mery dijo...

Es todo un prodigio encontrar anécdotas como ésta en nuestras vidas. Ahora nadie te abre la puerta de su casa, con el miedo que hay a absolutamente todo.

En efecto, ese hombre no necesitaba comprar la Biblia: la llevaba todita dentro de su corazón.

Un beso

Jesús Cotta Lobato dijo...

Como lo que sucedió fue milagroso, podría seguir pasando hoy. Un abrazo

Er Tato dijo...

Estaba claro que no le hacía falta la biblia. Interesante anécdota, como todas las tuyas.

Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Lo unico que queda claro, es que ese hombre si tenia biblia y solo te ayudó. Si llega a tener en vez de La Biblia en su cas y en su lugar Mein Kampf (Hitler) te hubiese dado con la puerta en las narices y si hubieses intentado venderle Miseria de la Filosofía o El capital (maestrillo de Hitler, de carlos Marx), el te hubiese regalado una Biblia. Cada uno asimila lo que lee y le seduce.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Decía, Tato, que me quedé con las ganas de si el tipo había leído o no la biblia. Para mí que sí