Yo he perpetrado muchas atrocidades en mi vida: mearme en los hormigueros, matanza masiva de mosquitos, deshojar flores por amores que nunca tuve... Pero ninguna de ellas supera al Lanzamiento de la Hez.
Tenía yo unos cuatro añitos y me sobrevino la necesidad de hacer lo que nadie podía hacer por mí. Pero en vez de ir al baño, lo hice en el patio, con la precaución, inaudita a mi edad, de poner bajo mis posaderitas un papel, para que el regalo no tocase el suelo y pudiera yo luego transportarlo cómodamente a la basura.
Entonces me encontró en plena faena el Manolito, que era un amiguito de mi hermano. Manolito era perfectamente rubio y yo, no sé por qué, como soy medio gitano, les tenía manía a los rubitos. La ocasión, además, la pintaban calva, así que se me ocurrió la idea y no pude resistirme a ella. Le lancé la hez en pleno rostro y ella chorreó por sus rubicundas facciones lenta y untuosa, mientras lloraba a moco tendido y yo me reía a carcajada limpia.
Qué cruel y desenfadada es la infancia.
Cuando me preguntaron todos enfadados por qué había hecho, yo no supe qué decir. Pero ahora me doy cuenta de que tan sólo lo hice porque la idea se me ocurrió y me pareció tan brillante, que no me contuve. Lo hice porque podía hacerlo, con la misma crueldad con que los tiranos matan: porque pueden.
Menos mal que me castigaron. Si no, ¿en qué monstruo me podría haber convertido?
Manolito, anda, perdona.
17 comentarios:
¡qué burrada¡ ejjjee jejje...pobre Manolito, ¡que asco' jejejjej.
Pero tienes razón. Cuando yo era pequeña, mi hermano el mayor,y sus amigos, siempre hacían burradas ¡por que podían hacerlas¡ ya está. Sin pensar.
¡Estos chicos¡
Besos. Es divertidísimo recorrer la infancia ...
Don EPIFANIO:
Los niños pueden ser crueles, incluso muy crueles. Yo nunca he creído en la "santa" infancia. Los críos son capaces de hacer todo lo bueno (arrancar una flor de un jardín para llevársela a su mamá)o de todo lo malo (apalear a un gato sin piedad). Es un sadismo incontrolado por la curiosidad y la búsqueda del conocimiento empírico de causa-efecto (jolines qué parrafá más tonta y pretenciosa me ha salido). Una vez en la huerta me enfadé con mi prima T. y hasta que no conseguí darle un empujón y tirarla a la "reguera" no paré. Claro que mi padre me dió un pescozón.
Hoy no le mando neutonios porque como dices que ya hay de reserva, pues cójalos usted del estoc. ¡Hala! (Cotta dixit).
Yo, de pequeño, era rubio. Menos mal que te he conocido ahora, y no entonces...
Un abrazo, Jesús.
Jesús, seguro que Manolito ahora se ríe recordándolo.
A mí mi hermano se me meó en la cara porque me vió dormida y el tenía ganas y ala...me despertó con un chorretón calentico de pis.
Lo quise matar...pero ahora nos vamos por los suelos.
Es fácil que Manolito te perdone.
Y tú, arriba esa bandera de raza.
Hay muchos medio gitanos buenos.
Mangeles, eso es lo malo y a veces lo bueno de la infancia: la espontaneidad.
Dyhego, yo hice algo parecido a eso de chico. La tentación es tan grande, que cualquier reparo moral le parece a uno una tontería en ese momento.
Juan Antonio, tampoco era yo tan antirrubio. Era más bien aquel rubito el que me caía mal en ese momento, porque un rato antes me acababa de pelear con él. Un abrazo.
Maite, yo creo que historias como esa son las que ayudan a crear esa complicidad tan fuerte que se crea entre los hermanos.
Lolo, la verdad es que mi morenez me ha acarreado algunos problemas. Así que te agradezco los ánimos. Un beso.
ME NOS MAL QUE TU ESPONTANEIDAD AHORA ES DE HACER OTRAS COSAS, QUE SINO CUALQUIERITA SE TE ACERCABA.
UN SALUDO MU APRETAO
En mi barrio, hazañas como la tuya eran habituales, fruto del embrutecimiento social de entonces. Sí, menos mal que te castigaron.
Un saludo.
Africanito, ahora ya esas cosas no las hago, no sea que me las hagan a mí. Me alegro de volver a leerte. Un abrazo.
Paco, bienvenido. Veo que sabes de lo que hablo por las experiencias de tu infancia. ¡Ay menos mal que nuestros padres, siempre al pie del cañón, nos metieron en verea!
¡Qué cosas se te ocurrían, Jesús!Menos mal que ahora eres todo bondad, jeje. Un saludo
Querido hermanito, pichita, cuando yo escribo en anónimo no me descrubas, porque lo hago para que no sepan que tienes a un hermano como el que te habla, tu hermano mayor, con más experiencia que tu, con más tiros pegados, con más mala leche, con más...etc... pero con menos inteligencia y menos estudios.
Pero soy orgulloso y me enorgullece que tu no te avergüences de mi.
Ahora paso por momentos malos y yo soy como los tábarros, más muerte, más mala leche gasto.
Manlito sigue siendo igual de rubio, pero ya no buele mal, lo que hiciste, se lo tenias que haber hecho al padre que es un H... P..., y estupido con recaidas.
jajajaja, querido Jesusito de mi vida, me ha encantado esta historia...sobre todo por el uso de la palabra: hez.
Un fuerte abrazo.
Alea, gracias por el piropo, pero ¡se me siguen ocurriendo algunas cosas! Pero ya me contengo. Bienvenida.
Piyayo, no eres menos inteligente que yo, sino más. Y tienes toda la razón en lo del padre: aún lo recuerdo apedreando un nido de vencejos que había anidado en la puerta de su casa. Lo apedreaba riéndose de los polluelos, mientras Alfonso y yo llorábamos. En fin. Espero que no siga recayendo.
Juanma, es que si hubiera usado otra palabra, la historia sería mucho más asquerosa. Un abrazo.
Si, lo hiciste porque podías y ni se te pasaba por las mientes que ello pudiera llevar un castigo.
Ahora, la escena tuvo que ser apoteósica.
Un beso
Mery, más que apoteósica fue apocacótica.
Jaja, me encantan tus anécdotas y la naturalidad con la que las cuentas.
Eso, eso, sigue pidiéndole perdón a Manolito, que seguramente tendrá un trauma que te cagas por tu culpa :P
Benedetina, por fortuna los niños tienen una capacidad de recuperación tremenda. Eso mismo se lo hace un adulto a otro y queda traumatizado de por vida. Pero los niños son fuertes como rocas. Un saludo.
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