Cuando jugábamos a los hombres de Harrelson, a mí me tocaba ser el negro, lo que da una clara idea de mi grado jerárquico en el grupo. Pero ese grado cambió un poco el día en que Dios me hizo un regalo inesperado: en un partido de fútbol metí seis o siete goles. Y todos mis amigos lo tomaron como un cambio radical en mi vida.
Cuán errados estaban y qué manera maravillosa esta de la niñez de creer en los milagros.
Resulta que poco después mi barrio echó un partido con los de otro barrio y me eligieron a mí como capitán. Los del equipo contrario, al ver lo sumamente patoso que era yo con la pelota, la nula idea de estrategia que tenía, no hacían más que preguntar a mi equipo si realmente era yo el capitán o era todo una broma.
El caso es que mis amigos me mantuvieron como capitán durante todo el partido ¡y ganamos!
Y esto demuestra que muchas veces las cosas salen mejor sin los jefes o cuando el jefe permite que los demás hagan las cosas como les dé la gana.
7 comentarios:
Don EPIFANIO:
¡Por lo menos se ha quitado usted la espina del balompié!
¡Viva er Betis manque pierda!
1 neutonio esférico
Al madurar nuestro amor, fui tomando distancias respecto al campo verde y las figuritas, los figurones, y todo aquello. Más tarde, cuando eran pequeños los niños, consiguieron el milagro de que me pintara la cara con su bandera y casi saliera a pegar gritos por la calle. O sin casi.
En la plenitud de nuestra vida en común no le debo imposturas a nadie y cuando hay fútbol, tantas veces, me retiro silenciosamente si puedo. Atrás quedaron los enfados por el abuso de fines de semana ligueros, de copa, de super y requetecopa. Qué liberación, qué suerte tener diferentes aficiones. Y aunque algunos domingos vamos a un bareto a ver el partido de pago, el trascendental, las niñas y yo nos ponemos de espaldas y hablamos de nuestras cosas. Creo que este amor largo ha dado muchos frutos y uno precioso es que el padre se entienda mejor con su hijo. Bendito sea.
Sí, los mejores jefes son los que dejan hacer. Y los mejores milagros los que creen, y crean, los niños.
Dyhego, aquellos goles fueron el único y definitivo éxito balompedístico of my life.
Lolo, tu historia con el fútbol es preciosa. Al principio uno, por amor, intenta compartir aficiones, pero a veces eso no es posible, sobre todo porque ese al que no le gusta el fútbol tiene que hacer un enorme esfuerzo que no siempre da resultado. Me gustan esas mujeres que, cuando hay partido, se sientan con sus hijos varones y se ponen contentas cuando el equipo de su hijo mete un gol, pero más me gusta que, luego, se vayan a hacer lo que quieran. Seguiremos con el fútbol.
No te digo que es mentira, pero si tu lo dices me cuesta creerlo. Zapatero ha hecho lo mismo que tu y creo que vamos a necesitar un milagro. Gracias a Dios, El ama a todos sus hijos, por torpes y soberbios que sean, pero siempre que algien haga algo, asi que a seguir "JUEGANDO"
Anónimo, ya te digo que fue un milagro de Dios. Un abrazo.
Vaya goleada... ¡Eres un crack! Ni Cristianos ni Kakás... ¡Cotta el mejor! ¡El Gran Capitán!
Un abrazo.
Alegre opinador, fue sólo aquel día, fui el gran Capitán por un día. Gracias. Tu voz se ha sumado a la de mis amigos cuando me nombraron capitán.
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