miércoles, 10 de octubre de 2012

Mi primer concurso de belleza

Había en mi clase una niña muy presumida que se llamaba N.

Tendría yo unos diez u once años cuando N, que se sentaba delante de mí en la clase, me dijo:

-Oye. ¿Quién es más guapa: A. M. o yo?

Yo las miré a las dos. N. me miraba segura de su triunfo y A. M. me miraba segura de su derrota.

Si a un hombre lo que más le duele es que le digan que es poco hombre, a una mujer lo que más le duele es que le digan fea. Yo por entonces no tenía eso tan claro. Lo que sí tenía claro es que no quería que A. M. se pusiese triste, porque era buena chica, de rostro dulce y amable.

-Las dos sois muy guapas -les dije.

Y entonces N. me dirigió una mirada desprecio absoluto y declaró:

-¡Este no sabe nada!

Y se dirigió a otro chico.

A mí nunca me han gustado las personas presumidas y vanidosas. Toda la belleza que puedan tener la pierden ante mis ojos. Mi madre me contó que en cierta ocasión lo pasó ella muy mal porque, a mis cuatro años, le dije a una mujer guapa, pero muy pintada: "¡Pero qué fea!"

No recuerdo esa anécdota, pero me duele haberle dicho eso a un mujer, por muy presumida que fuera. A todas las veo guapas, menos a las vanidosas como N., que no quería la belleza para su compañera, sino solo para ella, como si la belleza perdiera valor si estuviera bien repartida.

Encima de vanidosa, egoísta.

Tendría que haberle dicho que A. M. era mucho más guapa.

6 comentarios:

Dyhego dijo...

Don Epifanio:
¡Déles usted gracias a los dioses por que aquellas niñas no hubiesen sido aquellas diosas de la manzana y Paris... porque lo habrían convertido a usted en cualquier engendro mitológico!

Siempre acabamos diciendo eso de que la belleza es una percepción individual y/o cultural, o que la belleza es interior o cualquier otra medicina.

Es usted muy caballeroso pero no es meno cierto que hay mujeres feas. No se trata de ponerlas en evidencia.

En fin, hay mentiras piadosas que tienen su función.

25 neutonios refulgentes de belleza.

Dyhego dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Blimunda dijo...

Con esa respuesta hiciste muy feliz a A M, seguro.
Y a la otra...no le echemos cuentas.

Yo aprendí que la belleza es otra cosa gracias a mi madre. A ella le bastaba con la mirada, con el gesto, con la actitud para ser realmente hermosa.

Besos, Cotta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Dyhego, si me hubiesen convertido en un ser mitológico, me habría pedido el tritón.
Y, la verdad, las personas, cuando son malas, me acaban pareciendo feas, por muy buenas que sean.
25 neutonios esplendentes.

Blimunda, fue buena maestra tu madre. La mía, sin palabras, me debió de enseñar lo mismo. Por eso coincidimos. Besos para ti y los tuyos.

gatoflauta dijo...

Aunque estoy de acuerdo con el contenido general de la entrada, subrayo que Jesús nos cuenta que él tenía 10 u 11 años. No dice cuántos tenía la preguntadora, pero puede suponerse que una edad similar. Por eso su comentario me parece un poco injusto hacia ella. Como Blimunda y él mismo señalan, hay que aprender. Esa crítica está bien para hacérsela a un adulto, o incluso a un adolescente; a los 10 años no tanto, la verdad.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Gatoflauta, es cierto que, a esa edad, uno es menos consciente de su egoísmo, pero también es cierto que unos niños son más egoístas que otros. Lo que no me gustó de N. era su afán por hundir a la otra en aquello que más aprecian las chicas: la belleza. Pero sí, tienes razón. He sido demasiado duro con ella.