Cuando yo era niño, no quería tocar lo que habían tocado personas que yo creía que eran malas. Esas personas ensuciaban de oscuridad las cosas que tocaban y yo sentía asco y miedo de contaminarme de ellas.
Pero también pasaba que las cosas que habían tocado las personas que yo amaba estaban adornados de la luz que emitían. Era, y es, una luz real que iluminaba la casa entera.
Me sigue pasando. Estoy, por ejemplo, ordenando los objetos de un baúl y aparece, de pronto, la carta de un amigo o el reloj que me regaló mi padre y, en cuanto los toco, esas dos personas que ya no están en la tierra me están tocando a través de esos objetos.
Ahora que muchos hablan de energías positivas y negativas, halos y auras, me gusta pensar que el amor de las personas es algo más que un sentimiento y que, en una visión mística de la realidad, deja en las cosas un rastro más real que el halo luminoso de los cometas en el espacio.
Si yo tuviera la mirada de los ángeles, seguro que podría verlo y seguirlo, a ver dónde me lleva.
4 comentarios:
Don Epifanio:
es bonito pensar que los objetos guardan un poco la esencia del dueño. Algo así como el anuncio de la tele "...y tiene un poquito de mí".
25 neutonios objetivos.
Epifanio. Agradecido estoy de los indescifrables caminos que me condujeron a su blog, lo mismo siento con herramientas de mi padre que era carpintero, Gracias
Epifanio. Agradecido estoy de los indescifrables caminos que me condujeron a su blog, lo mismo siento con herramientas de mi padre que era carpintero, Gracias
Edgardo, aunque tarde, respondo a su comentario. Si siente eso, bienvenido a la peña de los que creemos que el amor es algo más que un sentimiento. Un saludo
Publicar un comentario