La peor blasfemia no es insultar a Dios, sino afirmar que Dios ama el terror, la guerra, el degüello, el sacrificio humano. El mayor insulto contra Dios no es afirmar que es malo o inexistente o ridículo, sino afirmar que Dios ama algo tan feo y malo como matar a alguien porque no cree en Dios o no lo llama Alá, sino Dios uno y trino. Ese es el pecado contra el Espíritu Santo que afirma Cristo que no se puede perdonar: bendecir como santo lo abominable.
El inquisidor, el terrorista, el comisario dedicado a purgar poetas, el eugenesista profesional, cada uno de ellos es más blasfemo que todos los apóstatas del mundo juntos, porque consideran un deber lo que es una abominación.
Si Dios existe, no es solo poder o solo saber o solo majestad, sino amor. Si no, no existe ni me interesa. El Dios que anuncia Jesucristo es amor y eso es lo que le falta al Islam: Jesucristo.
Ese demonio al que los terroristas llaman Dios se lame los labios, pero no con la sangre de las víctimas, que no le pertenecen, sino con la de los terroristas.
Al Dios que ama la libertad de sus hijos, al Dios Padre gracias al cual todos somos hermanos, a ese Dios rezo por las víctimas de París. Ellas hoy representan a todas aquellas personas que mueren a manos de los blasfemos que se creen santos.
14 comentarios:
La cosa es, me temo, un poco menos simple. Cita usted la Inquisición; podríamos recordar tantas otras ocasiones (baste con una entre tantas: las atrocidades cometidas en las guerras de religión en Francia, con la matanza del día de San Bartolomé sólo como la más conocida) en que se ha matado, supuestamente, en nombre de Cristo.
Seguramente todas las religiones, bien entendidas, excluyen como blasfemas y atroces semejantes conductas. Como se podrá ver en esta noticia (http://www.noticiacristiana.com/iglesia/ecumenismo/2015/06/papa-francisco-el-coran-y-la-biblia-son-lo-mismo.html), el Papa Francisco no está por la exclusión de quienes rezan a Alá, sino que considera su fe enteramente respetable ("el Corán y las enseñanzas espirituales contenidas en este libro, son tan válidas como la Santa Biblia", dice textualmente), sino sólo por excluir a los intolerantes.
Es un punto de vista que comparto plenamente. No pienso que al Islam o al judaísmo, entendidos como pienso que deben entenderse y como creo que los entiende el Papa, les falte el amor al prójimo. No debe, pienso, confundirse a quienes matan en nombre de uno u otro con la religión misma: son sólo su perversión absoluta: su negación, de hecho.
Me dirijo a Anónimo.
Hay una diferencia sustancial entre las guerras de religión y los asesinatos que protagonizaron los cristianos en el pasado y el terrorismo yihadista. Cuando los cristianos hacían guerras o asesinaban se estaban apartando claramente del Evangelio de Jesucristo, que aconseja poner la otra mejilla y amar al prójimo como Cristo, que dio la vida por los demás. En cambio, con el Islam ocurre al revés, pues ahí se habla de la guerra santa como modo de extender la doctrina islámica. Por tanto, es la interpretación radical de la doctrina del Corán la que conduce a la guerra y al terrorismo a los fanáticos.
Confíen en mí los dos anónimos si les digo que en esta ocasión es mejor borrar sus comentarios. En esta casa mía, soy con los anónimos un poco más exigente que con los que dan su nombre, sobre todo si hay entre estos últimos gente que quiero muchísimo. Si quieren discutir conmigo, no tengo inconveniente en recibir sus opiniones en jesuscottalobato@gmail.com. Gracias
Gracias, en todo caso, por haber contestado y por dejar claro que lo ocurrido es cosa sólo de esta ocasión. Respeto sus sentimientos, y nada tengo que añadir por mi parte.
Anónimo, en esta ocasión y en todas las que se le parezcan.
Creo que no todos los anónimos somos iguales.
Lo malo de los anónimos es que ya no sé con quién discuto, si con Anónimo A o Anónimo B o C y que a veces entran con exigencias en la hospitalidad de mi casa, exigiendo en ella los derechos que aquí no cuentan, porque en mi casa no hay derechos, sino amigos. Así que, Anónimo quien seas, si quieres que te permita entrar en mi casa con el embozo de la capa cubriéndote el rostro, sé más exquisito la próxima vez.
Sea. A partir de ahora, me identificaré como "Anónimo A".
"... bendecir como santo lo abominable.", creo que es en eso en lo que tenemos que pensar. Para huir de lo abominable y desear lo santo.
Gracias, Cotta.
Lolo, tienes venia para tirarme de las orejas si alguna vez dejo de horrorizarme con lo abominable.
Jesús, te dejo y a tus contactos un resumen de siete puntos sobre Dios y lo que está pasando.
Los creyentes (3): https://daniellebrato.wordpress.com/2015/11/18/de-que-se-quejan-los-cristianos-los-creyentes-3/
Daniel, he leído tu artículo. De nuevo no coincidimos.
Siguiendo la lógica del argumento del ponente, habría que prohibir también las opciones políticas o las prácticas deportivas o culturales que no sean respetuosas con la libertad, entre ellas el laicismo que defiende el ponente.
Por otra parte, considero que sí me pide mucho el ponente si me prohíbe llevar una cruz al pecho o tener una estampa de la VIrgen en el cabecero de la cama pública del hospital donde me estoy muriendo. Para mí, morirme sin eso es lo más triste que me puede ocurrir. Creo que una sociedad que pretende quitarme una sencilla estampa sería cruel e inhumana. Si a alguien le ofende una estampa de la Virgen, el problema es suyo, no de la Virgen.
Por último, ¿no crees desmesurado comparar el hecho de que en la Iglesia Católica no puedan las mujeres ser curas, aunque sí monjas, con el hecho de que en la cultura musulmana valga menos el testimonio de una mujer que el de un hombre o que una mujer no pueda ser empresaria ni ir con el rostro descubierto? Ser cura no es un derecho humano, pero la igualdad ante la ley sí. Así que no es necesario impedir la presencia y el movimiento de los cristianos en el ámbito público, porque el cristianismo no atenta contra la democracia ni los derechos humanos, mientras que el Islam sí. No todas las religiones son iguales, del mismo modo que no todos los alimentos o los sistemas políticos son iguales. EL fallo del argumento del ponente es que entra como un elefante en una cacharrería.
En cuanto a lo de sacar de Hacienda la famosa casilla de la religión, estoy de acuerdo si quitan otras muchas casillas y obligaciones. Pero dado que el Estado nos arrebata el dinero con coacción, me gustaría que al menos me permitiesen decidir a qué se dedica parte del dinero que me quitan y yo, usando mi libertad, prefiero dedicarlo a la Iglesia que a los sindicatos.
Un saludo.
Don Epifanio:
¿y si la religión no fuera el problema sino los fanáticos, que utilizan la religión, para saciar sus ansias de sadismo, de poder y de dominación?
25 neutonios sensatos.
Ese es el problema, sí señor.
25 neutonios
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