Gracias a Alfredo Valenzuela por la entrevista que me ha
hecho sobre el Cometario.
En ella digo, entre otras cosas, que he sometido cada
aforismo a dos pruebas antes de darlo a luz: la del tatuaje y la de la secta. "Si una secta adopta un aforismo mío como máxima y
deja de ser peligrosa, el aforismo vale la pena; y si un adolescente se lo
puede tatuar en el brazo y, cuando sea mayor, se lo puede enseñar con orgullo a
su hijo, también".
Al menos, ese ha sido mi
propósito.
En el fondo, es otra manera de decir lo que decía Chesterton: "La única educación eterna es esta: estar lo bastante seguro de algo como para enseñárselo a un niño". Uno, en una tarde de copas, puede decir muchas cosas ingeniosas, pero solo valen realmente la pena recordar las que podrías enseñar a tu hijo sin avergonzarte.
1 comentario:
Tamnbién a mí me ha gustado su Cometario.
25 neutonios cometales, don Epifanio.
Publicar un comentario