viernes, 3 de septiembre de 2010

Conversación con un moribundo

Hoy cambio de tercio y paso de la vida a su contrario.
Una cosa es que te digan que un vecino tiene cáncer y otra muy distinta verlo pasear con un bastón una semana antes de su muerte. Yo lo recordaba rollizo, alegre y hablador y ahora era una precalavera de ojos hundidos, nariz afilada y pómulos salientes.
Cruzamos unas palabras y nos confió su plan para que España saliera de la crisis económica (me dan ganas de pasárselo al gobierno, ya que dicen que los moribundos tienen el don de la profecía). Y nos dijimos “hasta la vista”.
Debería haberle dicho “Vaya usted con Dios”. Y me pregunto por qué nos empeñamos en tratar a los agonizantes como si fuesen unos niños con toda la vida por delante, cuando en realidad lo que tienen por delante es un abismo al que deben despeñarse ellos solos.
Deberíamos habernos sentado en un banco y hablar del tránsito. Él me podía haber dado algún consejo sobre la vida que me quedaba y yo debería haberlo invitado a reconciliarse con ese hermano con el que no se hablaba. Le podría haber dicho que tras ese abismo no estaba la nada, sino la luz y que si en el cielo veía a un señor joven y vestido de novio y con una guitarra en la mano, ese era mi padre y que le enviase mis saludos.
Si alguno de los que me lee me ve a un paso de la muerte, le ruego que no me hable de los planes que me quedan en la tierra, sino de los planes del cielo.
Y por el vecino, enciendo hoy una vela.

21 comentarios:

Juanma dijo...

En fin, querido Jesús, que el momento postrero venga con muchísimo retraso en cualquier caso, ¿no?

Un fuerte abrazo.

Er Tato dijo...

Bueno, Jesús, yo, llegado el caso, casi preferiría invitarte a unas cervezas, hablar de mujeres y echarnos algunas sonrisas, que los planes del cielo los desconozco.

Un abrazo

Máster en nubes dijo...

"Con Dios" es uno de los saludos más bonitos.

A mí me gusta hablar de la muerte y del cielo, tenerlos presentes sin llegar a tener que ser moribundo o viejo. Creo que no tiene nada que ver con ser vital o alegre y hablar de intrascendencias acto seguido, o con hacer planes y proyectos, con el entusiasmo y la ilusión por la vida.

Un beso muy fuerte a mis princesas ya catalogadas (;-)

Dyhego dijo...

Don EPIFANIO:
Yo no sabría qué decir en un caso así y supongo que a la persona enferma le pasaría lo mismo.
Se me saltan las lágrimas.
1 neutonio.

Unknown dijo...

Coincido con el comentario de Er Tato.


UN "abraXo".

Blimunda dijo...

Yo creo que en general no nos preparamos para la muerte. Vivimos como si nunca fueramos a morirnos, es un tabú y cuando nos encontramos con alguien así no sabemos qué decirle.
La muerte es para mí una mariposa negra y ya sabes cómo envidio tus planes del cielo.
Un abrazo.

Alejandro Muñoz dijo...

Que sean dos, Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Juanma, sí, que por lo menos podamos doblar la edad. Un abrazo.

Tato, pues muy bien que harías. Así me marchará de aquí con muy buen sabor de boca gracias a ti.

Aurora, en eso nos parecemos. Recuerdo que hemos hablado en directo alguna vez de la muerte y sin angustia. Bueno, pues eso es lo que yo prefiero: hablar de la muerte y luego de otra cosa como si nada.

Dyhego, el caso es que a mí me pasa lo mismo: no sé qué decir. Cuando mi padre se moría, me decía que tenía miedo de que no hubiera nada después y yo tampoco supe muy bien qué decirle. Hoy treinta neutonios para usted.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ramón, el caso es que contigo me es imposible imaginándome hablar de algo que no sea la vida (cerveza, mujeres y poesía, fundamentalmente). Así que bienvenidas sean tus conversaciones y las del Tato.

Blimunda, me temo que tú y yo somos de los que no nos olvidamos fácilmente de la mariposa negra. Por eso celebramos tanto la vida.

Alejandro, cuando nos veamos moribundos, haremos planes para el cielo. Pero mientras tanto, ¡a vivir, como mercuriales que somos!

eutelia dijo...

Es muy raro, pero pareciera que no hay una respuesta clara sobre la muerte, como si la muerte fuera una pregunta, como si la muerte rompiera algo o hiriera a alguien y uno tuviera que asombrarse. Yo creo que me hubiera quedado muda al ver a mi vecino pasar, y hubiera hecho algun comentario torpe sobre el clima o algo asi. Igual me apuntaria para lo de las cervezas..
saludos,
tania

Rutherford dijo...

A propósito de la muerte, hay una frase que me gustaría compartir con Ud:

“Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme la oscuridad, la verdadera tragedia es cuando los hombres temen la luz”

Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Eutelia, pues ya sois tres para hablar de las cervezas. Y me parece bien. Se ve que nadie está preparado para la muerte. Un saludo

Rutherford, es una frase impresionante. Gracias por pasármela. La pondré en la pizarra en mis clases de filosofía.

Anita dijo...

WoW!!
Sin embargo, hablaron de lo que debían hablar.

Hablar de lo que no le parece o insistir en que debe reconciliarse con alguien... pues simplemente no hubiera resultado.

Platicar con alguien que le escucho decir lo que tenía que decir es lo que esperaba. Además uno no puede saber lo que sucederá.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Anita, gracias por decirme que dije lo correcto. Entre todos me habéis convencido de que no hay que darles la tabarra a los moribundos con la muerte. Bastante tienen ya.

mujer prevenida vale por dos dijo...

Tuvo cancer una persona queridisima para mi, se moria y se murio, pero no dije id a un abogado y dejadlo todo absolutamente todo arreglado porque me parecía "inapropiado" y mira que imaginaba que quedaba lío despues se gastaron un dineral con trámites... eso me remuerde...

Naranjito dijo...

Mira Jesus, mi padre siempre decía cuando yo planche la oreja. El sabía que le quedaba poco y hasta le dió coraje morirse. Hay que ver lo poco que estamos preparados en la vida.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Mujer, que no te remuerda. En esos momentos uno no sabe bien cómo actuar y, si se tomarán a mal los consejos. Al menos esta historia que me has contado me ha servido a mí, que voy a hacer exactamente lo que tú quisieras haber aconsejado, porque ni se me había ocurrido.

Naranjito, qué gran hombre tu padre, si le dio coraje morirse. Y esa esa la mejor manera de despedirse de la vida.

Isabel Barceló Chico dijo...

Precisamente estoy leyendo ahora un libro sobre los Gonzaga de Mantua y cuenta que uno de los duques del XVI, Guillermo, había pedido a sus cortesanos que cuando supieran que le había llegado la hora de la muerte se lo dijeran. Nadie lo hizo, salvo uno que se había tomado muy en serio esa demanda. Y el pobre duque moribundo aún lo pasó infinitamente peor, tuvo una espantosa agonía.

Todos hemos de morir pero vivimos como si no hubiera de ocurrir nunca. Y es que una cosa es saber que tendremos un final, y otra muy distinta saber que ya está ahí. Cada uno debe afrontarla a su manera: unos muy conscientemente, otros sin querer pensar demasiado, la mayoría resistiéndose a reconocerlo hasta el final. La psique tiene muchos mecanismos de defensa. Saludos cordiales.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Isabel, lo terrible es que la psique no está preparada para la muerte, sino para la vida. Pero no sé dónde oí que los médicos que tratan a los agonizantes les enseñan a dejarse llevar, a dejar de luchar, porque por una vez en la vida luchar deja de tener sentido. En fin, qué terrible la muerte. Espero que en nuestro próximo encuentro podamos hablar de algo menos sombrío. Ex corde.

Olga Bernad dijo...

Lo curioso es que uno piensa que los momentos finales deberían estar revestidos de algo especial, y luego igual no es así; si uno sospecha que le queda poco (y Dios nos libre) tal vez lo único que quiera es vivir con normalidad. Hablar de la crisis con tu vecino, pasear por tu barrio. Al menos así lo sentí yo la única vez que me enfrenté a un problema serio de salud.
Tú fuiste uno de sus últimos trocitos de vida de andar por casa, de la que conocemos y queremos. Seguro que le encantó.
Un beso.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Olga, quizá eso sea lo mejor, tratarlo como si no fuese a morir. Quizá yo he pecado en esta entrada de querer que todo el mundo sepa que me voy a morir y que me trate como en una despedida definitiva y luego quizá no me guste que sea así. Un beso.