Como a veces me paso varios pueblos, hoy voy a redimirme hablando de las estrellas.
Ha sido todo un detalle de Dios el darnos una atmósfera lo bastante transparente como para verlas titilar en su indiferente lejanía. La poesía y la religión tuvo que surgir seguramente cuando alguien vio las estrellas reflejadas en una fuente, tan al alcance de la mano y a la vez tan inalcanzables, o en unos ojos amados. Ver lo más lejano en lo más amado y cercano debe crear la sensación de que hay una correspondencia entre el universo y nosotros, que el universo está entero dentro de nosotros, que la verdad y Dios están en lo más íntimo de cada uno, aunque parezcan lejanos e incomprensibles.
Que las estrellas, esas aurigas de la noche, os acompañen, amigos, en estas noches de verano.
Ha sido todo un detalle de Dios el darnos una atmósfera lo bastante transparente como para verlas titilar en su indiferente lejanía. La poesía y la religión tuvo que surgir seguramente cuando alguien vio las estrellas reflejadas en una fuente, tan al alcance de la mano y a la vez tan inalcanzables, o en unos ojos amados. Ver lo más lejano en lo más amado y cercano debe crear la sensación de que hay una correspondencia entre el universo y nosotros, que el universo está entero dentro de nosotros, que la verdad y Dios están en lo más íntimo de cada uno, aunque parezcan lejanos e incomprensibles.
Que las estrellas, esas aurigas de la noche, os acompañen, amigos, en estas noches de verano.
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