jueves, 21 de agosto de 2008

Cómo escribir un soneto

Yo empecé siendo un poeta becqueriano y luego lorquiano y luego sanjuaniano. Mi hermano Daniel me enseñó el arte del ritmo del endecasílabo y de ahí di el salto a todos los poetas, de mano de buenos amigos como José Julio Cabanillas, que me enseñó a separar el oro de la paja.
Como soy de formación clásica, nunca he renunciado a la rima del soneto y al romance. Pero reconozco que el reto es el poema sin rima. En él o das la talla o tiras la toalla, porque, sin el apoyo y las galas de la rima, está la poesía desnuda, ella sola con todo el valor que tenga, sin poder ocultar su posible mediocridad.
Los buenos sonetos son aquellos donde el poeta da la sensación de que ha dicho todo lo que quería decir y no lo que le forzó a decir la rígida rima y el endecasílabo.
En cierta ocasión, fui a una lectura poética de poetas de barrio. Un viejo me agarró del brazo y empezó a explicarme cómo se hacía un soneto. Él había ganado un sustancioso premio con un soneto a la basura y eso lo encumbró ante mis ojos. Decía María Zambrano que el poeta rescata lo frágil y efímero y concreto para convertirlo en inmortal, justo lo contrario de lo que hace el filósofo, que busca lo imperecedero y universal.
La receta del anciano era la siguiente:
1. Encontrar un tema
2. Tener más o menos pensado el remate, el último verso. “Un soneto mediocre se puede salvar al final”. Bene vivit qui bene moritur.
3. Empezar por el primer verso, que da el tono
4. Buscar rimas fuertes, no facilonas en “ado”, “ido” y diminutivos facilones. Y si alguna de esas rimas fuertes es chocante, no se deben poner en el segundo cuarteto o el segundo terceto, porque entonces se notará que el poeta la puso ahí porque no se le ocurrió nada mejor, sino que hay que ponerla al principio. Por ejemplo, si uno elige la rima en “ubo”, es mejor poner en el primer cuarteto la palabra “cubo”, que es poco poética y luego despedirse en el segundo con palabras más normales como “tuvo” y “hubo”.
5. Por supuesto, cuidar los acentos: siempre en la sexta o en la cuarta y octava, y evitar los acentos en la quinta y séptima sílaba y el excesivo encabalgamiento.

En fin, dejo aquí su receta por si alguien se anima. A mí me ha servido alguna vez, pero cada poeta es un mundo, cada poema requiere un método.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena receta..
Si te gusta el soneto, visita este
sitio:

armadordesonetos.blogspot.com

saludos.

Pedro

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ahora mismo lo visito. Un abrazo

tartucas dijo...

Puede haber un soneto divertido,
ser un soneto duro, bien templado,
un soneto mayúsculo, arrojado,
o un soneto de amor, triste y sentido.

Puede haber un soneto consentido,
soneto con acentos, bien rimado,
o lleno de distancia, muy volado...
O puede ser que explote, mucho ruido...

Pudiera haber sonetos desmayados
y sonetos de furia contenida,
o aquellos siempre rígidos y tersos.

Puede haberlos perdidos, luego hallados,
o sonetos de muerte o de vida,
pero siempre serán catorce versos.