viernes, 29 de agosto de 2008

Nuevo instinto

Cuando se habla de instintos, no se suele precisar cuáles son en concreto esos instintos. Los consideramos una fuerza irracional y natural, pero es muy difícil concretar cómo se realizan en la realidad. Se suelen reducir a estos dos: instinto de supervivencia e instinto sexual. La agresividad suele considerarse hija del primero y la maternidad del segundo. Pero he descubierto un nuevo instinto: el de rascarse las impurezas. Cuando uno ve en la piel una impureza, una rugosidad, un parásito, una postilla, siente uno un instinto poderoso de rascárselo. Sin ese instinto, nos habrían devorado ya los piojos, las chinches, las pulgas, las ladillas, las garrapatas y los mosquitos. He descubierto la existencia de ese instinto hoy en la piscina. Había una parejita en el césped que, en vez de dedicarse al morreo, se dedicaban al despiojo y al desgrane. En la extensa extensión de la espalda de él ella aplicaba sus dedos y le reventaba granitos. Eran dos primates muy cariñosos.

2 comentarios:

Yo misma dijo...

¿Y no has visto el instinto de desatascar las fosas nasales en la inactividad de un coche parado en un semáforo? ¿ El de leer los prospectos que no entendemos o el del champú en distintos idiomas? ¿ Y el de mirar la ventana abierta de una planta baja? ¡Hay tantas cosas que no podemos dejar de hacer!

Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Deberíamos hacer una lista. Sería divertido. Un abrazo