viernes, 22 de agosto de 2008
Los cacharros y yo
Tengo un problema con los cacharros, sobre todo los electrónicos: cuando ven que me acerco, se asustan. Aunque las toque con un dedo muy delicado, me los cargo. Por ejemplo, soy realmente incapaz de manejar un proyector de diapositivas. Cada vez que lo llevo a clase, pierdo diez minutos en recordar cómo funcionaba, cómo se colocaban las diapositivas, a qué botón hay que darle para avanzar o retroceder, cómo hay que sacar las diapositivas, cómo hay que meterlas. Yo veo a mi hermano David desenvolverse con la mayor elegancia con todos los aparatos posibles: desde una serradora hasta una nintendo. Si todos los hombres primitivos hubieran sido como yo, habríamos descubierto sólo la palanca, pero no la polea. Por eso, cada vez que me instan a utilizar en clase las nuevas tecnologías, me echo a temblar. Yo prefiero la tiza y mis capacidades de histrión.
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