domingo, 14 de diciembre de 2008

Elogio de la caridad

Está muy de moda criticar la caridad con argumentos del tipo "Eso de dar comiditas a los pobres calma las conciencias, pero no resuelve el problema; a los pobres hay que enseñarlos a hacer el pan, no darles pan". Sí, pero el problema real es que yo ni sé ni tengo tiempo para enseñarles a cultivar el trigo y a hacer un horno. Tampoco tengo dinero para comprarles una tierra y un molino. Y si tuviera todo eso, ¿quién les va a dar de comer mientras montan el molino?
La caridad es mucho más efectiva que lo que proponen ellos, porque le soluciona al necesitado de al lado el problema del día, el verdadero problema, el problema consistente en que no tengo zapatos para andar en invierno ni pan que llevarme a la boca. La caridad es sabia. Además, siendo prácticos, es mucho más fácil dar un pan aquí y ahora que irte al Congo a enseñar a los congoleños a elaborar artesanías. Esto último lo hacen los héroes, los santos y los misioneros. Los demás, damos una limosnilla.
Pero el valor real de la caridad no es sólo el bien que uno procura al otro, sino el bien que uno se procura a sí mismo: te haces mejor persona, menos egoísta, más generoso, más humano, no estás sólo pendiente de tu estómago, sino del estómago de los demás. Así que, salvo los misioneros que están ahora jugándose la vida en el Congo o en los Andes, los demás no estamos muy legitimados para criticar la caridad. Además, a veces, los que critican la caridad son los que menos hacen por los demás. Es muy fácil y baratito decir que lo que hay que hacer es montar escuelas en el Tercer Mundo en vez de comprarles juguetes por navidad a los niños pobres, porque como tú no tienes que ir a África a montar la escuela quedas la mar de bien diciéndolo y así te justificas por no ir a la tienda de abajo a comprar un cochecito y una muñeca para los niños pobres de tu barrio.
Cuando la gente critica la caridad y pide justicia, en el fondo está desentendiéndose de su obligación personal de ser bueno y achacándola al Estado, que como no es nadie no se queja.

6 comentarios:

La gata Roma dijo...

Si me lo permite, discrepo de la entrada de hoy; tal vez porque me toca en lo personal y lo profesional. El término “caridad” tiende a desaparecer; mas que nada por connotaciones históricas que no benefician en nada lo que realmente se consigue con ella. No digo que no sean aspectos demasiado teoricistas, y con un matiz demasiado fino en ocasiones para quien no es conocedor de la materia, pero usted sabe que de tecnicismos está el mundo lleno. Hoy en día se emplean otra serie de términos; concretamente la caridad se suplanta con la Acción Social; que incluye muchos aspectos más, como pueden ser el capital humano, la colaboración en red, etc. Lo del capital humano hace referencia al hecho de que no todos tenemos el dinero para ayudar, pero podemos tener cosas mas valiosas como el tiempo o el conocimiento. Esto último es muy valorado, ya que si se carece de tiempo, que es otro bien escaso en nuestra sociedad, colaborar con una asociación o entidad poniendo sus conocimientos al servicio en materia de asesoramiento y demás, es tremendamente útil. Todos tenemos algo que aportar, todos podemos ayudar en algo; y desgraciadamente no es necesario irse a África para ello. El acuñado término “Cuarto Mundo” hace posible que podamos ayudar a gente que tenemos a metros de distancia, pocos metros en muchos casos.
Quien quiera seguir haciendo caridad, bienvenida sea, pero cambiando una insignificante palabrita se puede ir más allá, y eso, tal y como va el mundo, me parece importante.
Kisses y perdón por el tocho, al menos espero haberme explicado bien.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Querida Gata Roma: te has explicado muy bien y me ha quedado muy claro. Con la trasnochada palabra caridad yo quería abarcar también todo eso que has dicho. Me sumo a tu causa y a tu aclaración, pero insisto en que eso es también caridad, porque nacen de un mismo sentimiento: el de empatía y simpatía por las personas que lo pasan mal. Un beso muy fuerte y gracais de nuevo

espe-laveletavarada dijo...

Creo que hay muchas maneras de "dar caridad": pero estoy de acuerdo contigo,aunque es fantástica la labor que se hace en el llamado (tercer mundo)aquí al lado de nosotros hay mucha gente que necesita lo mas básico, y que en estas fiestas se nota mucho mas.Mi padre me decía: haz bien y no mires a quien, pues "todos somos iguales ante los hijos de Dios.
Besos...Esperanza.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Creo que esa frase de tu padre define mejor que todas mis palabras lo que es el amor a los demás. Un beso para ti

Yo misma dijo...

Yo me dedico a la enseñanza y también les hablo a mis alumnos/as de la caridad. Pero no una caridad como concepto sólo,sino también como opción de vida. Curiosamente, a colación de la recogida de alimentos para la navidad, les insistía en que todos éramos importantes y que por poco que diésemos, si se daba de corazón, se convertía en mucho para algunas familias. Ellos discutieron un rato de lo mismo que tú expones en tu texto, expresaban que era muy poco lo que podían dar para arreglar el mundo, pero yo, toda animada,les dije que si le habían dedicado un rato a reflexionar sobre ello y a partir de ahora, pensaran en quienes tienen menos, me sentía orgullosa de mi aportación. Porque, a pesar de mi reducido ámbito de actuación( ¿cuántos pasaban por mis manos al año? ¿200 alumnos?) y mis limitaciones económicas, podía hacer algo más por la caridad: transmitirla. Y eso es una dimensión a la que todos deberíamos estar llamados.
Como dijo Teresa de Calcuta ( les encantó la frase)"todo lo que hacemos es una gota en el océano,pero si no lo hiciéramos,el océano tendría una gota menos".
Un beso

Jesús Cotta Lobato dijo...

Querida yomisma: doscientos alumnos al año son muchísimos y no creo que vuelvan a oír hablar de la caridad tan bellamente como tú lo has expuesto. La frase de Teresa de Calcuta te la copio para mis alumnos. Un beso