domingo, 28 de diciembre de 2008

Usque ad finem

A mis veinte años llevé mis mejores poemas a un famoso poeta para que me diera su opinión. El día en que me llamó yo estaba hecho un manojo de nervios. Los hombres temen a las mujeres cuando éstas se prueban una prenda y les preguntan qué tal les sienta, pero reconozcamos que los poetas somos más quisquillosos cuando damos a leer una obra nueva. Este poeta no se anduvo por las ramas. Me dijo que todos los poemas eran malos y salvó un verso y medio. Me fui de allí furioso y deprimido y reprimiendo el rencor. Pero hoy me alegro de lo durísimo que fue conmigo. Lo que no me mató me hizo más fuerte. El poeta del todo nunca tira la toalla. Si entonces no la tiré, ¿por qué tirarla ahora? Así que animo a los poetas a aguantar hasta el final en busca de la belleza.

2 comentarios:

Rosna dijo...

Maravillosa anécdota , me encanta escribir , sin ser poeta , siento -vivo - amo , lo importante es estar , ese instante del ser , acogido , determinado , reposado en el tiempo, un jardín eterno de flores o una playa desierta .... eterna fechas que dispara hacia el infinito ...

Gracias por compartir tus letras

Buen comienzo de año .

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lo mismo te deseo, Rosna. Que la poesçia te bendiga