viernes, 26 de diciembre de 2008

Oyendo la música del órgano

Cómo se abre a ti mi corazón
y en volutas, girolas y crepúsculos
echan a volar místicos pájaros
sin saber qué cantar ni en qué posarse.
¿Por qué me harás llorar con esa música?
¿A qué valles remotos me conduces?
¿Qué cauces debo abrir con estas hachas?
Yo no sabía, hasta que oí tus cítaras,
que tenía unas alas
que me llevan tan alto,
Señor de las más íntimas estrellas.

4 comentarios:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Qué gran poema, Jesús, y -no es juego de palabras- qué alado. Gracias por la poesía y su calor esta fría noche de invierno.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Si el poema ha sido para ti como una lumbre en el invierno, es porque tú también has sentido algo así con la música. Un abrazo

José María JURADO dijo...

Qué dulce me ha sido al oído esta música y qué hermosa es la imagen del hacha.

Felicidades.

Jesús Beades dijo...

¡¡Poemón!!