Un amigo mío profesor me contaba que se encontró con un amigo, funcionario de prisiones él, que le contó pormenorizadamente las tretas de los presos para pasarse droga, escaparse o cometer más delitos en prisiones. Le contó por ejemplo que gran parte de su trabajo consistía en revisar la correspondencia que les llegaba a los presos porque bajo el sello a veces había coca. Cuando mi amigo el profesor mostró su sorpresa, el funcionario de prisiones le dijo:
-Pero tú ¿en qué mundo vives?
Y con eso dio a entender que el mundo real era el de los sellos con coca, no el mundo de alumnos y profesores en que el profesor vivía.
Y eso le sirvió a mi amigo para sacar la conclusión de que su mundo también es real, es más frecuente además, está más extendido, mientras que el mundo del funcionario de prisiones es menos frecuente, retrata a menor número de personas. Era el funcionario de prisiones el que vivía más bien en una atmósfera irreal, pero era víctima del prejuicio de que la realidad más real es lo más sórdido de ella, lo más malo, lo más ruin. Es la valoración del si sabré yo, qué me vas a contar tú a mí, qué inocente eres. Existe el prejuicio de que la realidad tiene que ser lo peor y lo más retorcido de ella y de que el que sólo conoce lo honrado y bueno de la realidad no la conoce realmente, mientras que el que conoce sólo lo peor, lo sórdido, lo ruin, ese sí que la conoce, sólo porque conoce lo malo, lo que no vale la pena conocer, lo que más bien no debería existir y gracias a Dios está aislado y es poco frecuente, lo que sólo valdría la pena conocer para evitarlo.
24 comentarios:
Pues sí, cada uno cuenta de la feria lo que ve en ella, más a veces de cómo le va en ella. Pero la feria es grande, bastante grande. Y viene bien tener amigos en todas partes, no sólo en el infierno, en el cielo también o en sus alrededores, y que nos lo cuenten o contarlo.
Pero ya sabes Jesús que lo de ir de terribles, como de vuelta y que el mundo es horroroso se lleva mucho, y en literatura a veces más.
Mezclado, curiosamente, otras con una visión angelical de la humanidad del tipo zapateril que también resulta insoportable.
Yo creo que hay diferencia entre la mirada ñoña -zapateril o de la otra ;-)- y la buena sobre el mundo. Bastante diferencia. No me creo la primera, me encanta la segunda, la tuya, por ejemplo.
Máster, hasta que mi amigo no me contó esta historia no era yo capaz de verbalizar esa idea de que lo sórdido no es más real que lo excelente. Ir de vuelta, como tú dices, se lleva demasiado. ¿No es una actitud un poco soberbia? No me interesan, lo reconozco, las novelas que tratan del hampa y de la droga y de relaciones humillantes. Bueno, a mí también me encanta tu mirada.
profesor no sabia que tenia usted un blog ¿como hago para seguir el blog?
Y el caso es que esta transgresión la padecemos desde pequeños, cuando en el colegio es más popular, incluso a veces más recomendable, ser un alumno gamberrete y coleccionista de suspensos que otro aplicado y buen estudiante.
Con el paso del tiempo aquel a lo mejor verá normal el correo con coca y a éste le dará, quizá, por estudiar Filosofía. La realidad es asín.
Un abrazo, querido Jesús.
Yo creo que la inocencia y la creatividad están relacionadas. Escribir es, por ejemplo, una tarea que conlleva una obligada ingenuidad. Al que está de vuelta de todo (o lo piensa) no le sale. O no le sale como a mí me gusta. Le sale el tonillo ese de "yo sí que conozco el percal". Y el percal es irreconocible. Supera a los más listillos. Sigue encandilando a los ojos limpios, que descubren y te hacen descubrir, y por eso son inteligentes.
Me encantan estas reflexiones. Qué cargantes pueden ser esas personas de vuelta, que han experimentado todo y que te miran desde su atalaya cínica. Son como los personajes del mito de la caverna de Platón, lo que pasa es que sólo ven las proyecciones de la mierda. Claro que el mundo no es un prado de tele tubbies sonrientes, pero, ¿por fuerza tiene que ser villa sordidez? A algunos es que parece ponerles el lumpen tipo película de Eloy de la Iglesia o Callejeros.
Dani, qué sorpresa tu visita. ¡Y yo que esta mañana te he regañado! Perdona. Será un placer verte en mi blog. No soy muy entendido en esto, pero para seguir el blog has hecho muy bien: como ya tienes uno, basta que pinches en el icono de seguidores que hay en la página principal, como veo que has hecho. Yo no puedo seguir el tuyo porque en tu blog no tienes activado ese icono o logo o como se llame, de seguidores. Actívalo en las funciones de blogge y allá que voy yo y me hago seguidor de tus músicas, tus marchas y tu Semana Santa. Un abrazo muy fuerte y te envío todas las musas para los exámenes.
Tú, Juanma, lo has dicho, así es la realidad. Por eso me fastidia que el tipo de los suspensos que acaba prefiriendo los sellos con coca a la cultura y la honradez pase por un tipo más auténtico o conocedor de la realidad, cuando en realidad tú, un filósofo padre, sabes mucho más.
¡Ay Olga! Creo que has dado en el clavo. El arte, la religión, la filosofía creo que nacen del asombre y de la gratitud ante el mundo y para eso hay que ser un niño. Hasta ahora que te lo he oído decir, no se me había ocurrido relacionar inteligencia con ingenuidad. ¡Bravo!
Ranzzionger, súmate al club: a mí no me pone Eloy. En la calle ya se ve la suficiente dosis de sordidez para encima buscarla en el arte. Y buena imagen esa de la caverna para retratar a los que van de vuelta.
Real es todo lo que sucede.
Es cuestión de mirada.
La belleza la cuida, la recompone.
Y otros trucos.
El sello con coca es un grito de ayuda. Eso no es malo, es triste.
Te leo; gracia por tu blog.
Lolo, siempre me pasa lo mismo: la pasión a negar una tesis me lleva a exagerar la mía y por eso he dado la impresión de que considero más real el mundo de la salud que el de la droga y a cargar las tintas como si el que necesita coca fuese malo cuando es más bien un desgraciado. Gracias por la aclaración. Un abrazo.
La cuestión es interesante y los comentarios también. La idea de que el que no conoce los detalles del mal es un pánfilo blando que no ha llegado a persona madura debe de provenir de la forma en que dejamos de ser niños imitando esas cosas de los mayores que no pueden hacer los pequeños. Viene también de la rebeldía, natural en el ser humnano porque nace dotado de inteligencia y voluntad y no acepta dócilmente las órdenes y consejos de los demás, esos consejos de los mayores destinados a salvaguardar a los pequeños con una vida ordenada y sana.
Hay un aspecto de la cuestión que ahora me interesa y no se suele mencionar: la riqueza que produce una u otra actitud. El profesor que preparaba sus clases y se esforzaba por sus alumnos, todo a cambio de un sueldo sin el cual no iría a trabajar, es un anodino carente de interés. Si además es padre de familia y educa a sus hijos de forma tradicional, casi se convierte en un ser carente de personalidad y sexo. Sin embargo, mirando por su sueldo y su familia, hace el bien a la sociedad instruyendo a sus alumnos. ¿Qué riqueza sobre la que crear más riqueza produce el sórdido?
Y sin embargo, los que están tras los muros de la cárcel también son hijos reales de Dios, aunque su vida no sea ni ejemplar ni interesante. Por eso el pecado principal es la falta de humildad, la que cometió el funcionario de prisiones despreciando el noble ministerio del profesor.
Además, esa rebeldía de la que yo hablaba antes, no sólo no es siempre mala, sino útil muchas veces para enfrentarnos con valentía a los tiranos y tiranzuelos que te van saliendo al paso.
Buena entrada.
Muchas veces aprendemos tan solo lo que queremos asimilar, y el resto de nuestra educación permanece en un letargo eterno del que nunca sale.
Así, citamos a los autores que nos gustan, las anécdotas que nos gustan, y solemos repetir platos en el restaurante.
La educación consiste en, además de aprender, saber escuchar, y saber observar.
Buena entrada.
Querido profesor, andaba yo dándole vueltas al asunto de por qué existe esa creencia generalizada de que el que conoce el peor lado de la realidad la conoce mejor que el que conoce el mejor lado. Y creo que la clave es la que tú apuntas. Pero es que además el segundo genera mucho más bien a la sociedad que el primero y tampoco había caído yo en la cuenta de ello. Casi casi me atrevería a decir que eres tú el que ha escrito esta entrada o has protagonizado la anécdota. Te estrecho el antebrazo, como los romanos.
Javier, a mi edad, a nuestra edad, empezamos a ser animales de costumbres. Espero que el blog sirva para rejuvenecernos aprendiendo y cambiando. Un abrazo.
Ex-corde.
Me suena tremendamente familiar tu relato. La de bofetadas que me he llevado de los que pensaban que mi mundo honesto es el irreal y que se me podría engañar fácilmente.
Entonces es cuando te tienes que batir a hostias para no dejarte pisotear, a pesar de que no hayan podido engañarte.
También es bastante frecuente ese mundo.
Somos un país de pícaros.
Ha sido un buen artículo Jesus. Muy interesante.
Tecla, y es una lástima que siga siendo un país de pícaros. No sé quién me contaba que en Finlandia los estudiantes veían impensable copiar en los exámenes. Aquí lo impensable es casi lo contrario. Saludos.
No sé qué me gusta menos, si el sordidismo o el buenismo.
El buenismo es más aburrido, pero menos peligroso, Reyvindiko. Si me dan a elegir entre una película almibarada o una sórdida de vómitos y jerjinguillas, me quedo con la primera.
La inocencia no tiene nada que ver con el buenismo, sino con una cierta pureza, un poco de capacidad de asombro que se mantiene a pesar del tiempo. De hecho, el buenismo, es una reelaboración perversa que busca los efectos de parecer bueno. El buenismo ya no es virgen. Yo prefiero la bondad; pero, en su defecto, casi prefiero los vómitos.
Coincidencia o nó, acabo de leer en el blog de Antonio Aguilar, una entrada que tiene relacion con lo que comentas.
Los mundos paralelos.
Las distintas caras de una misma acción.
La interpretación y la accion de los acontecimientos, son en base a las circunstancias, y las circunstancias son, en base a como somos.
Mi estrategia es ser lo mas consciente posible de que hay millones de mundos, personales. Cada uno de ellos es cada persona que habita nuestro planeta. Y en cada uno se vive de una manera distinta.
Intento aplicar esta estrategia el mayor número de veces que me es posible, pero hay ocasiones en que no lo consigo.
Será parte de mi mundo.
Un saludo. Sr. Cotta.
Señor Churricos, no se preocupe usted si no siempre lo consigue. Uno de los mundos que los demás deben comprender es el de usted, que no siempre puede estar en la cabeza de todos los demás. Un abrazo.
Hay otra cara de la cuestión que querría añadir, un pensamiento que leí en aquel libro tan divulgado del perfecto idiota latinoamericano y español, libro que hizo que mi vida empezase a girar. Como ya habéis apuntado, el inocente o bueno o pánfilo puede no ser tan bueno, inocente o pánfilo. Se afirma en la obra que una buena parte de los estudiantes dóciles y estudiosos acaba adoptando en la vida actitudes totalitarias, intervencionistas y regulatorias porque desde su infancia obediente (la explicación creo que es mía) se han ido identificando con los que imponían y exigían orden. Estos individuos resultan especialmente peligrosos porque son casi incapaces de innovar desviándose de lo establecido, aunque sea dañino, y tienden a obedecer ciegamente convirtiéndose en palanca de los tiranos y tiranzuelos que nos salen al paso. Aman las leyes, normas, reglamentos y circulares porque no son conscientes de su veneno liberticida: ellos nunca disfrutaron de la libertad aunque fuera para perjudicarse a sí mismos.
Querido profesor, entonces la inteligencia y el ingenio están en el cimiento de la democracia. Pero si hay una mayoría de pánfilos, la tendencia es a la demagogia o a la tiranía, que siempre se ha apoyado en los pánfilos. Interesante cuestión sobre la que me gustaría hablar. Un abrazo
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