Llevo dos años liado con una novela de ciencia ficción, de la que ya he hecho dos versiones, una por año y ambas fallidas. Y como a la tercera va la vencida, me doy este verano una última oportunidad y, si no lo consigo, secaré la higuera, porque no da fruto.
Es una auténtica tortura china tener muchas cosas que contar y muchos personajes que las hagan, pero no saber cómo organizar todo eso. Ya lo he probado todo: lluvia de ideas, dejarme arrebatar por las musas, fichas ordenadas por secuencias... y no consigo dar a luz.
Prefiero no pensar a qué dedicaría tantas energías mentales si yo no escribiera.
Un amigo mío psicólogo me dice que necesito compensar mi exceso mental con ejercicio corporal. Así evitaría uno de mis principales defectos: vivir en las nubes para luego darme un atracón de cuerpo que me sienta muy mal.
Mientras tanto, aquí sigo en las nubes de la ciencia ficción, a ver si cazo de una maldita vez uno de esos benditos cien pájaros y así al menos tendría uno en la mano.
1 comentario:
Azorín aconsejaba: poner una cosa después de otra y no mirar a los lados.
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