CARTA A CIERTA PERSONA QUE AÚN NO HA PERDONADO A SUS PADRES
El cuestionamiento de la autoridad ha afectado también a la figura de los padres y ahora son muchos los cuarentones que como adolescentes susceptibles y picajosos siguen sin perdonar a sus padres sus defectos, como si ellos hubiesen sido hijos perfectos y mereciesen la perfección de los padres. ¡A la mierda esos adolescentones cuarentones! Los padres son la autoridad y sus órdenes hay que cumplirlas, aunque ellos no sean perfectos. Y en caso de duda tiene razón el padre. Si sólo obedeciéramos a los jefes que son perfectos, nadie obedecería a nadie. Se pone como condición para obedecer que el que manda sea perfecto y como no es perfecto, nos negamos a obedecer. Se nos olvida que ni el que manda ni el que obedece son perfectos, pero que como es imprescindible que uno mande y otro obedezca, nos tenemos que aguantar con la imperfección del que manda.
Tú no perdonas a tus padres y yo sí, pero no porque mis padres fuesen más buenos que los tuyos y tuvieran por tanto menos cosas que perdonarles, sino porque yo soy más bueno que tú. No los perdonas porque no eres generoso, te crees Dios, con derecho a la perfección. Los cuarentones que aún no perdonan a sus padres siguen siendo unos adolescentones avejentados, unos inmaduros existenciales, insociables, narcisistas, que buscan en los demás la perfección que en sus padres no encontraron y que como nunca la encontrarán se creen víctimas cuando son realmente verdugos.
¿Quién eres tú para exigir la perfección a los demás? ¿Acaso tú eres perfecto? ¿Te negaron tus padres el alimento, acaso te violaron, acaso publicaron en medios públicos tus miserias? Si se limitaron a sufrirte sin darte demasiado cariño, eso ya es bastante. Ni tú elegiste a tus padres ni ellos a ti. Sólo el amor y el perdón pueden salvar esas relaciones que no se han establecido libremente.
7 comentarios:
Olé.
No sé si eres padre o no. Pero ese olé te honra a ti más que a mí. Un saludo
Así es. Quien lo probó lo sabe.
Estoy de acuerdo en que hay que perdonar, pero no soy nadie para decirle a nadie que lo haga. Como decía Ortega "yo soy yo y mis circunstancias" y nadie está en el pellejo de una persona para valorar en qué punto es necesario o no el perdón.¿Por qué perdonar? ¿Qué nos obliga a ellos? Evidentemente los padres no son perfectos, pero precisamente porque somos todos diferentes, no podemos afirmar casi dogmáticamente que hay que hacerlo. Esto es lo que hemos heredado en nuestra cultura occidental cristiana: pon la otra mejilla y encima perdona. Y ¿ realmente es tan pertinente perdonar a los que puedes considerar que no lo hicieron bien? Yo amo a mis padres, no los perdono ni los excuso, simplemente los quiero y con eso, no hay nada que perdonar, no tengo por qué.No somos perfectos, estamos en la obligación de obedecer, pero estamos en nuestro derecho de, llegado el caso, no hacerlo.No nos hace mejores ni peores, sólo individuos. Y el mundo sigue tal cual...
Perdonar sí nos hace mejores, nos reconcilia con el mundo, suaviza las relaciones humanas, evita los mutuos reproches, elimina del corazón los malos sentimientos, nos alegra y alarga la vida. Perdonar no significa poner la otra mejilla ni justificar el mal que le hicieron a uno. Perdonar es seguir amando a pesar de todo, como hacemos usted y yo con nuestros padres. Ex corde
"porque yo soy más bueno que tú".
Perdóname, pero eso es de una arrogancia tremenda de tu parte.
"No juzguéis, porque de la misma manera que juzgáis seréis juzgados..."
Sí, Sergio, es una frase arrogante por mi parte, pero sigo pensando que los que perdona los defectos de sus padres son más buenos que los que no se los perdonan.
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