A vosotras, aurigas de la noche,
las admirables, el simpar rebaño,
ciegas de luz, ajenas a la hierba,
hoy os tengo cautivas en el agua.
La brisa riza vuestro noble curso
y el toro de la vida y de la muerte
os podría beber sin más de un sorbo.
¿Quién no os quiere engarzar en un anillo?
¿Qué dirá de vosotras un jilguero
que no pueda cazaros con el pico?
¿Y quién no fue feliz en el engaño
de tener al alcance de los dedos
la más indiferente lejanía?
las admirables, el simpar rebaño,
ciegas de luz, ajenas a la hierba,
hoy os tengo cautivas en el agua.
La brisa riza vuestro noble curso
y el toro de la vida y de la muerte
os podría beber sin más de un sorbo.
¿Quién no os quiere engarzar en un anillo?
¿Qué dirá de vosotras un jilguero
que no pueda cazaros con el pico?
¿Y quién no fue feliz en el engaño
de tener al alcance de los dedos
la más indiferente lejanía?
4 comentarios:
Quizá las estrellas no sean tan indiferentes a nosotros.
¿Pero es tuya esta maravilla, Jesús? Yo sé lo mucho que vales, ¿pero cómo no está en las antologías de toda época y nación? Me ha encantado. Sobre todo el final.
Venía yo tristón de la calle y me encuentro tu agradable comentario, Antonio, que ha sido como una inyección de optimismo. Y ahora el poema me gusta más. Un abrazo.
Nada mas maravilloso,qué contemplar el cielo estrellado...
y tú sabes describirlo como nadie.
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