viernes, 19 de diciembre de 2008

Fútbol y niñez

El fútbol y yo nunca nos hemos llevado bien. Claro que esto es un problema mío, no del fútbol. No sé si tengo alguna tara genética que me impide manejar bien el balón. Sólo sé que desde que tengo memoria me parecía soberanamente aburrido ese deporte y que me fastidiaba que mis amigos perdieran el culo por jugar al fútbol con lo chulo que era jugar a los pistoleros, a policías y ladrones, al escondite, al pilla pilla... Tal vez por eso, con un poco de vergüenza, me escapaba a veces a jugar con las niñas a la comba, que me parecía de lo más divertido. Ya conozco varios que de niños huimos del fútbol y que tuvimos que cargar con el sambenito de mariquita. Una vez un hermano me aconsejó soltar esta perla al que me llamase mariquita: “Tráeme a tu hermana y verás”. Yo, sin entender bien lo que decía, se la solté a un niño que no era precisamente un encanto y me molió a palos, aunque no tenía hermana. Pero se ve que yo debí darle algún que otro puñetazo porque dejó de llamarme mariquita aunque seguí sin jugar al fútbol.

5 comentarios:

Juanma dijo...

NO veas, querido Jesús, la preocupación que tiene su abuelo porque una de las ocupaciones preferidas de mi hijo (22 meses) es coger la fregona y limpiar el suelo. ¿A que le sugiero a mi niño que le dé un mamporro?

Un abrazo, querido Jesús.

Juan Antonio González Romano dijo...

Yo aún recuerdo el día que, a los siete años, dejé de jugar al fútbol, después de marcar el gol de mi vida (tal vez supe que aquello iba a ser insuperable, y me retiré a tiempo). Desde entonces, hube de entretenerme en otros juegos. No llegaron a llamarme mariquita pero sí disfruté desde entonces de la compañía femenina, y eso que salí ganando. Años más tarde volvía a darle a la pelota y aún conservo parte de aquel toque. Hay que saber tocar todos los palos...

Anónimo dijo...

Jesús, sin duda hiciste la elección (o la ercción, tal vez) correcta: la compañía femenina a tempranas edades para aprender de ellas y sobre ellas. A mí me ha venido muy bien la misma conducta. Sin embargo, con el tiempo, hay que tomar las convenientes cautelas. Recordando al autor de La Celestinaqué hastío conferir con ellas más de aquel breve tiempo que aparejadas son a deleite..."

Jesús Cotta Lobato dijo...

Queridos Juanma: yo tampoco me preocuparía por lo de la fregona. Mañana será una pelota y al otro un muñeco.
Queridos Juan Antonio y Octavio: cuánto sabio consejo en tan pocas palabras.

Yo misma dijo...

A mí no me gustaba jugar con muñecas, prefería ir corriendo detrás de mi hermano y molestar a mi hermana pequeña(era todo un hobby para nosotros hacerla llorar).Y tanto era así, que no sabía jugar con mis primas a las nancys y los barriguitas, me aburría soberanamente. Ahora, eso de llevar al supermercado, al hospital o al "bosque" de las macetas de mi madre a mi nancy con el geyperman de mi hermano, era muy, muy divertido, aunque al final, el muñeco de mi hermano se volvía agresivo y le daba mamporros a los pelos estropajosos de mi nancy.
Está claro que no se nos puede asignar un juego en la vida, como tampoco ningún papel específico. Somos tan diferentes que lo más importante es sentirse bien con lo que uno hace... o no.

Saludos