martes, 9 de diciembre de 2008
Las malas consecuencias
Quiero eso, pero no sus consecuencias. Quiero ese pastel, pero no que me engorde. Quiero el puntillo, pero no la resaca. Quiero la droga, pero no sus secuelas. Quiero esa aventurita amorosa, pero no sus complicaciones. El día en que se invente el pastel suculento que no engorde, la borrachera sin resaca, la droga sin secuelas y el cuerno sin complicaciones, nos dividiremos en dos grupos de personas: los que pierdan el interés por el pastel, la borrachera, la droga y el cuerno y los que nos hagamos adictos de esos placeres que nos acabarán destrozando y alejando de todo lo demás, porque ¿cuántos serían capaces de no lanzarse como cosacos una y otra vez al pastel feliz, al cuerno de oro, a la droga perfecta, a la borrachera sin fin? En fin, que las consecuencias malas de las cosas buenas están muy bien puestas donde están, porque, si no lo estuvieran, esas cosas serían más malas todavía.
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2 comentarios:
Entonces, querido Jesús, no tendría gracia.Todo lo bueno tiene su lado malo. ¿Qué sería del paraíso son su infierno?
Tienes razón. No estarían tan buenos el pastel, el porro, el cuerno sin su dosis de prohibición y castigo. Un abrazo
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