sábado, 28 de febrero de 2009

El amor y la literatura

A algunos escritores nos viene muy bien ser padres. Si no tuviéramos retoños a los que dedicar tiempo y cariño, nos encerraríamos en nuestras torres de cristal y allí pasaríamos horas de soledad con las musas, total, para acabar una novela que se lee en tres días, que no dejará muchas huellas en los lectores y eso si consigue uno que se la publiquen. Por muy bueno que sea el quijote, no supone en mi vida ni el cuarto de un cuarto de un cuarto del amor que me dan mis hijas, así que ¿qué pinto robándoles horas a ellas para dedicárselas a esa maldita novela?

20 comentarios:

Juanma dijo...

Pinta usted lo mismo que yo: nada.

Un abrazo, querido Jesús.

Máster en nubes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Máster en nubes dijo...

Chapó, Jesús, en el amor creo que nadie es sustituible, en la literatura... puede.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Y lleva usted mucha razon querido amigo, que no hay cosa mas grande que el amor y es, quizá, por lo único que merece la pena vivir. El amor, una razón que parece que no la tiene y sin embargo está cargado de razones íntimas y bienhechoras. De eso supo Santa Teresa de jesús, por cierto, que en la feria del libro del Martinez lo ojeé y me quedé con las ganas de llevarmelo y lo habría hecho si no es porque ya llevaba 23 libros y lo dejé para otro momento, pero me quedé con todas las ganas ganísimas, depués supe que la edición era tuya. Ummmmmm, que rico debe ser. Ya caerá.
Un abrazo y sigue con la tarea de tus hijas.
Gerardo.

Jesús dijo...

Visto así, tal como lo planteas, vale. Pero -no tengo hijos, no puedo ponerme en tu lugar-, ¿quedaría cumplida tu vida si ademas de ser padre amante y amado, no fueras también escritor? La cuestión es ésta. Y, a lo mejor, después de esos ratos dedicados a la escritura, vuelves cargado de más amor al encuentro con tus hijas. En una vida verdadera, sus distintas facetas se dan fuelle unas a otras.
Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

A Juanma y Máster: primero el amor, y luego lo demás, porque,como dice Gerardo (o al menos lo interpreto así), si hay algo parecido a la verdad, eso es el amor. Pero lo que dice Suso me convence. Me recuerda a cierta canción de Silvio Rodríguez: la literatura alimenta el amor y el amor la literatura. Me gusta, amigos, saberos tan sensibles al amor y a la belleza. Ex corde, Cotta

Anónimo dijo...

Pues yo creo que has de encontrar ese momento para escribir.

Encontrar tu presencia en una historia será un estupendo regalo para tus hijas. No es cuestión de de quitarles nada... pero sí de sacar el tiempo... Poder dejarles ese mundo que vive en tí, las palabras que habitan tu alma... es igual de valioso o más.. está en la misma balanza del presente.

Si no lo plasmas en papel... algo habrá quedado pendiente. Algo se habrá perdido.

Esto me lleva a la vida de Mario Lacruz... cuando falleció... sus hijos encontraron sus inéditos... y se preguntaban de dónde había sacado el tiempo... pero ahí estaban.

Justo cuando aparentemente se fué... siguió viviendo a su lado. A su mismito lado... en forma de historias... de palabras.


A su muerte se encuentraron en su armario, sorprendentemente, varias obras inéditas, sobre todo novelas entre ellas una novela negra de humor titulada "Concierto para disparo y orquesta".

Novela que os recomiendo a todos.

Y ahí estaba él... con sus guiños...

Anónimo dijo...

CONCIERTO PARA DISPARO Y ORQUESTA.
(a modo de reseña)


Estupenda historia de literatura negra inserta en un espacio jocoso, fino y constante, que sólo una inteligencia hecha de palabras puede transmitir. Una estupenda historia narrada desde un sentido del humor fino, desde una presencia que no incita a la carcajada, ruidosa y superficial, sino que nos lleva de la mano de la sonrisa, más silenciosa, profunda y siempre inteligente.

La narración está llena de descripciones fascinantes, donde el uso de adjetivos se convierte en el arte de ir identificando las cosas nunca desde lo externo, lo dado... si no desde la percepción del autor, desde esa inteligencia íntima, sensitiva y sublime que sin duda debió poseer Mario Lacruz.

Palabras que demuestran una sencillez y humildad hasta rozar lo austero, lo seco, y sin embargo acompañadas siempre de esa musicalidad sin estruendos que surge cuando se nos empieza a esbozar la sonrisa, cuando percibimos ese humor inteligente del que está hecha toda la narración. Porque la historia que se nos cuenta no hubiera sido la misma sin esa inteligencia emocional hecha de palabras que debió ser Mario Lacruz..

En efecto, nunca se sabe por donde saldrá la bala... y es que se empieza a leer el libro con la idea de una novela negra, de intrigas... y resulta ser todavía mucho más, una parodia estupenda en la que se encuentran definiciones que describen circunstancias que podemos sentir cualquiera... y que nos sacan la mas profunda de las sonrisas. Porque... ¿quién no ha sentido alguna vez que tiene el seso deperdigado?... ¿o acaso no nos hemos sentido en la misma necesidad de contestar igual que lo hace Withey en mucha de las situaciones tensas que la vida nos brinda?... Yo confieso que sí, que hubiera deseado muchas veces decir. No, soy Caperucita Roja. Da esa prodigiosa casualidad.

Y se me han quedado resonando en el alma esas dos palabras; prodigiosa casualidad... Sí, ha sido una prodigiosa casualidad encontrar las palabras de Mario.

La sonrisa a lo largo de la narración me ha llevado a pensar en Mario Lacruz numerosas veces, y también porque a lo largo de la historia está presente con sus directas alusiones al lector... y hasta me lo he imaginado brindándome un guiño. Y he pensado mirando más de una vez la foto de la solapa trasera…Eres un bribón con suerte y un pillo redomado. Eso es lo que eres. Al final será cierto eso de que no se sabe nunca por donde saldrá la bala... Y mi sonrisa ha sido de gratitud, a secas.

Gratitud por permitir el diálogo entre autor y lector, (... al lector las historias nos llevan irremisiblemente al autor, a su vida), por lo aportado a nuestro sentir desde las palabras que un día dejó escritas...

Gratitud por lo que sus palabras dejan en el silencio de mi pensamiento, por todo lo que su silencio eso que no se ve y que tanto cuenta, por todo lo que aporta a mi saber ser desde esta historia sencilla y entrañable del antihéroe que sin él saberlo, es el ser más valiente.

Gratitud que me lleva a imaginar que soy yo la que le pregunta a Mario...
_ ¿No estás contento?

.... Y conseguir la grandeza de alma por respuesta
_ ¿Qué quieres que te diga?... La verdad es que como protagonista de novela policíaca he resultado un fracaso. No he sido valeroso ni inteligente, ni he descubierto al culpable, ni he enamorado a la chica... Me han dado golpes por todas partes y he llegado siempre tarde a todo. Ni siquiera he tenido el consuelo de un brillante final con declaraciones sensacionales, detenciones espectaculares y agudas observaciones..

La medida del fracaso es lo que nos hace grandes, pero claro…“It´s what you can´t see that matters”. Y esto forma ya parte de la vida real, no de la narración.

Sirvan estas mis palabras de gratitud.
Gracias Mario. Por el silencio.


(para Max)

Anónimo dijo...

Perdona por haber utilizado tanto espacio...
... sólo quería decirte que no dejaras de escribir. Que tus hijas esperan tus historias.

Y también quise dedicarle un espacio a Mario Lacruz, aquí, en tu casa... (he saltado aquí desde la casa de Máster)... me pareció que te podía servir su testimonio.


Perdona y a la vez, gracias.

Anónimo dijo...

También coincido con vosotros en que la literatura es otra forma de amor, y quizá lo es porque es un acto laborioso de generosidad y de inteligencia (que incluye la reflexión) que tiene la vocación de ser compartido. como el amor, Jesús, que tienes por tus hijas y que no por quererlas está exento de esfuerzo, generosidad e inteligencia.
Gerardo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Ana, el título de esa novela me parece estupendo. Buscaré el libro con mucho gusto. Los designios de la literatura son inescrutables.
Por cierto, Gerardo, ¡treinta y dos libros! Tu amor por la literatura supera al mío.

elpiyayo dijo...

No creo yo que la literatura sea contraria al amor de unos hijos, eso si, fiel compañera de la pluma ha de ser la soledad. La carcel es el mejor sitio para escribir libros, Cervantes, San Juan de la Cruz son para mi los ejemplos mejores y el más reciente El Lute, Roldan, Mario Conde y Julian Muñoz.
Pero para mi la fuente de inspiración mejor es una alcoba, además creo que en la cima del Parnaso debe o debiera haber una. A mi en particular, los escritores sin hijos me parecen raros, egoistas y fustrados. Pero creo que escribir un libro y tener un hijo lo puede hacer cualquiera, escribirlo bien muy pocos y educar a un hijo bien es toda una Odisea.

José Miguel Ridao dijo...

Yo cuando termino de escribir me siento mejor persona y tengo más amor para dar a mis hijos. Lo malo es si te pasas la vida escribiendo y el amor vuelve vacío a ti, que te has quedado solo.

Granito dijo...

El equilibrio es el pincel que usamos al intentar hacer de nuestra vida un arte. Y cuando -por lo que sea- no manejamos bien ese pincel hay que ser menos artista, menos poeta, y más prósaico, más ordenado. Y entonces definir prioridades. Y las prioridades están claras.

Y concretando y repitiendome. Si es compatible, perfecto, si no, está claro, clarisino que entre un gesto, una mirada, un segundo, a tus hijas, o yo mismo (por ejemplo), lector de tu blog hay un abismo, un gigantesco abismo. Hablemos claro.

Además, como artista... ¿cuáles son tus mayores obras de arte...?

Jesús Cotta Lobato dijo...

Bueno, bueno, aquí hay ideas muy interesantes.
Me gusta lo que dice José Miguel Ridao: expresa lo que también siento yo cuando escribo. El problema está en que, si como dice el Piyayo, se escribe en soledad, hay que saber en qué momento se elige la soledad, que es una amante muy tirana. Y eso de la alcoba me gusta. Yo también me imagino el cielo con alcobas. Pero esto es un asunto muy íntimo.
Y Granito da en la tecla: mis mejores obras de arte no son mis versos ni mis libros, desde luego. Mis hijas han nacido de otras artes más bellas. En fin.

El Africanito dijo...

Alguien escribió una vez que para conocer la felicidad, había que ser capaz de disfrutar las maravillas de un hermoso jardín, con una cuchara llena de aceite en la mano sin derramar una gota.

Estoy convencido que tú sabes compensar el placer de escribir
con ese aceite esencial que es el amor, sin derramar una sola pizca.

un abrazo mu apretao

Olga Bernad dijo...

¿Tú serías tú sin escribir? Pues no puedes dejar de hacerlo, para que tus hijas te conozcan a ti, que será lo mejor para ellas.
Yo soluciono el problema del tiempo escribiendo en cada hueco del día (o de la noche) que está libre de obligaciones. El recreo en el trabajo (he aprendido a concentrarme perfectamente en los bares, aunque me voy a ganar fama de rara:-) y ese momento increíble de la noche en que todos están dormidos y a salvo y cerca de mí, pero no "molestan". Hay que renunciar a la tele, a un par de horas de sueño, a algún café con amigas, pero...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Olga, eso mismo hago yo: aprovechar colas de tiempo, servilletas de bares, paradas de autobús, quitarme alguna hora de sueño... esa quizá sea la manera que dice el Africanito de mantener la cuchara de aceite en el jardín. Feliz noche a todos.

Mery dijo...

Jesús: está claro que lo tuyo ha sido un rapto de desconcierto momentáneo.
Ortega hablaba de las trayectorias vitales del ser humano, y tu tienes unas cuantas, con sus prioridades y sus tiempos.

Sigue así, te dá muy buenos frutos.
Un beso

Anónimo dijo...

Este eres tú: ¡Se me ha olvidado esto! ¡Se me ha olvidado lo otro! Estas con ¡el "rollito ese" de novela o libro todo "todito"... Te pareces a Don Libro y... ¡TE PARECES A MI CON LA NINTENDO! jajajajajajajajajajajajajajaja... ¿Yooooo? ¿Riendomeeeee? ¡NO SEAS BOBO PAPÁ! Me gustaria ver un pingüino en alemania... ¿¿¡¡LO PILLAS JIJIJIJIIJIJIJIIIIIIIIIIIII!!?? un abrazo querido papuchi adios.