lunes, 16 de febrero de 2009

El Luisito

Hay episodios en mi vida de los que nunca puedo dejar de arrepentirme. Me refiero al Luisito. Éramos amigos en tercero de EGB, porque no nos gustaban el fútbol ni las peleas. Tenía una larga cabellera rubia y era muy afeminado, lo que en Málaga llaman un moña. Un día me preguntó si me gustaba saltar a la comba y le dije que sí. "¡Entonces somos moñas!", dijo entusiasmado de encontrar un alma hermana. A mí aquella etiquetita tan alegremente asumida por él me escoció en lo más vivo, pero, como soy tan complaciente, no lo quise desilusionar. El problema surgió cuando los compañeros de clase comenzaron a llamarme también moña por juntarme con él. Uno de mis mejores amigos me amenazó con dejar de hablarme si seguía juntándome con el Luisito y me urgía un día y otro a cortar con esa amistad.
Un día, en el autobús que nos traía de vuelta a casa, le dije al Luisito que ya no iba a ser su amigo. Me preguntó por qué y yo me inventé una patraña:
-Ayer te saludé por la calle y tú volviste la cara.
Él me preguntó cuándo y dónde había ocurrido eso y yo insistía en que había ocurrido. Desde entonces, no volvimos a hablarnos. Se buscó otro amigo, mientras yo me libraba poco a poco del sambenito de moña.
Diez años más tarde me lo encontré en la calle y no volvió la cara, sino que me saludó.

19 comentarios:

Juanma dijo...

Cosas de niños y reacciones posteriores de los moñas...

Un abrazo, querido Jesús.

Anónimo dijo...

A mí tampoco me gustaban el fútbol ni las peleas, y siguen sin gustarme. Me tocó llevar ése título de "moña", acá en Costa Rica se dice "playo", durante toda la escuela primaria, y los primeros dos años de la secundaria, o sea, por un período de siete u ocho años aproximadamente, no sé porque de repente la gente paró cuando llegué a noveno año, siempre me he preguntado porqué, pero creo que nunca lo sabré. En cuanto a tí te comprendo el no querer ser etiquetado, porque yo tampoco quería serlo; creo que todos en algún momento cedemos ante el peso de la presión social, tenemos dentro el deseo de ser aceptados, aunque esto implique que tengamos que cambiar nuestras costumbres o gustos para adoptar aquellos que caracterizan al grupo, o renunciar a ciertas amistades que no calzan con la imagen del colectivo al que "pertenecemos". Es increíble lo que se puede llegar a pensar de una persona sólo por que lleva el cabello de cierta forma, porque utiliza ciertos accesorios o porque expresa cierto tipo de ideas.
Pienso que depués de todo sí le caías bien a Luisito, pero no te culpes por un error de juvetud, que esos todos los días se cometen y son necesarios para nuestro aprendizaje.

Anónimo dijo...

Infancia feliz y cruel. excluyente más que solidaria. ejercicio de ensayo de una supervivencia adulta. Cosas de niños sí, cosas de niños, el dolor, también, de los niños, un ensayo también de la edad adulta. Aún prevalece el prejuicio y ese ejercicio inocente y cruel de los niños.
Ahora visto con la distancia y como adulto uno se averguenza de haber sido un niño cobarde. De adulto no debemos serlo.
Gracias por el relato de esta anécdota Jesús. aunque no lo parezca, es muy significativa
Gerardo

Anónimo dijo...

Infancia feliz y cruel. excluyente más que solidaria. ejercicio de ensayo de una supervivencia adulta. Cosas de niños sí, cosas de niños, el dolor, también, de los niños, un ensayo también de la edad adulta. Aún prevalece el prejuicio y ese ejercicio inocente y cruel de los niños.
Ahora visto con la distancia y como adulto uno se averguenza de haber sido un niño cobarde. De adulto no debemos serlo.
Gracias por el relato de esta anécdota Jesús. aunque no lo parezca, es muy significativa
Gerardo

Máster en nubes dijo...

Me ha gustado mucho, Jesús. Y me ha ayudado.

A veces por cobardía, por miedo a un sambenito, o yo qué sé no se dice lo que se piensa, lo que se siente. Y eso no puede ser jamás.

Es una pena, no en los niños -que es comprensible-, en nosotros, ya adultos.

El ejemplo de Luisito, antes y después. Por Dios.

Juan Antonio González Romano dijo...

Los sambenitos en la infancia marcan y hay que tener a veces madera de héroe para aguantarlos. Tu actitud es enormemente comprensible.
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

En nuestro pecado llevamos nuestra penitencia: qué buen amigo perdiste. ¿Ganaste alguno?

Jesús Cotta Lobato dijo...

Cuento esta anécdota porque en los institutos donde he trabajado me he dado cuenta de que este sufrimiento sigue existiendo entre los alumnos y yo lo corto como puedo, porque lo sufrí. Debo decir que el Luisito, aunque era el blanco de muchas burlas, eran tan simpático y optimista que seguramente sufrió menos que yo, aunque eso no lo sabré.
También cuento todo esto para mostrar que las cosas no son blancas ni negras, sino, incluso para un niño, más complejas de lo que parecen.
En cuanto a la respuesta de Olga, la respuesta es no.

Rosna dijo...

Que experiencia de vida fuerte ... que pena " El Luisito " , sabe Cotta san , tengo un amigo Mimi , es trans sexual y lo aprecio mucho , ambos Luisito y Mimi , lo que sienten es falta de Amor , y ellos piensan que su entorno no hay nadie para entenderlos . Mimi es víctima de burlas ,insultos incluso ha recibido palizas , ese mal trato no lo tolero , es condenable , ellos o ellas son seres humanos y tienen derecho a ser amados , respetados , comprendidos y sobre todo Darle Esperanza intentar que viva en el Amor , nunca justifiscarlos .
Maravillosa reflexión ,y excelente observación como docente ,usted sabe amar Cotta san .
Buena semana para Usted y para Tod@s
Si me permite le dejo un abrazo en la luz .

Rosna

Anónimo dijo...

Yo viví un episodio parecido pero ya a los catorce o quince, con mu amigo Jorge, pero pude mantener mi amistad, aunque alguna traición menor si hubo, cosa que aún me pesa.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Alardear de ser "moña", "tortillera", "supermachote", "putañeros", que si yo dos, que si yo cuatro,etc.. es lo que a mi no me gusta, a ciertas edades hay que perdonar más.
Y tener prejuicios a esas edades es más facil y logico que cuando uno se ha definido y madurado. A mi me encanta tener amistades femeninas (mujeres entiendase) y soy muy escrupuloso en ello, pero aun más con las amistades masculinas(hombres), porque ya me han tirado los tejos tres veces a quemarropa, uno una mujer que me pilló en fuera de juego y dos hombres a los que no se les notaba la pluma. Así que he optado por seguir en el estado en que ando y mirar con lupa a los hombres y con microscopio a las mujeres.
La mujer que me tiró los tejos era una preciosidad y los hombres tenian mucho dinero y me ofrecieron más que la mujer.
Dime con quien anda y te diré quien eres o dime de que presumes y te diré de que careces, parecen iguales, pero no lo son estos dos refranes.
La cobardia es natural, la valentia un don divino y la curiosidad y la audacia matan.
Me tienes que firmar el libro Jesús

Jesús Cotta Lobato dijo...

Bueno, Mith, menos mal que ya pasó el asedio y ahora pueden no gustarte ni el fútbol ni las peleas sino la filología clásica, como a mí, y no pasa nada.
Gerardo, gracias a ti.
Rosna, recibo tu abrazo en la luz. Recibe tú también el mío.
Octavio, de historias como ésa uno aprende mucho.
Anónimo, de los tejos sí que se aprende una barbaridad y en cuanto te vea y te reconozca, te firmo el libro.

Anónimo dijo...

ay, Jesús. Cuánta ternura en este mirar el pasado...
Este me ha emocionado particularmente: muchos hemos sido en un momento de nuestra vida Luisito, pero tambien tú Jesús. Y de alguna manera tambien hacemos memoria de nuestra vida contigo.
Un abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

Anonimo anonimo no soy, soy el que quiere que le firmes y le dediques el libro, ya lo hablamos por telefono, soy el el mayor de los varones de una familia de siete hermanos. A veces me gusta entrar como anonimo por comodidad. A mi me gustan las peleas, el futbol, pero siempre que gane yo y mi equipo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Gracias a ti, Tutusta. Es un honor contar con lectores como tú.
A ti, anónimo, te reconocí. Tu estilo te delata. Un abrazo

Er Tato dijo...

¡Qué buena gente debe ser Luisito...! O eso, o le falla la memoria.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Este relato, real ¿?, me recuerda a una canción "los hombres también lloran". Y no lloran porque han picado una cebolla, o porque la han dado un golpe en los genitales. Lloran porque son hombres. Los “hombres no quieren llorar”, porque se piensa que es signo de rebeldía. Pero los hombres también lloran; mala escuela es, la que enseñe a reprimir las emociones. No es esto, una valoración de lo masculino o femenino. ¿No visteis hace poco a un político famoso llorar en tv? ¿O al tenista vencido por Nadal? No hay cosa más bonita que llorar por amor. . . “Los hombres lloran también”, así lo cantaba Rafael, y otro autor, Manolo Orta que no he logrado escuchar. Escucha a Zk & Crac Mc. Casualmente lo encontré ahora. O lo bonito que lo canta Anette Moreno, “los hombres sí lloran”.
Lloró el mismo Jesucristo, en varias ocasiones, nos cuentan.
Quizás Luisito lloró.
Saludos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tato, Luisito no me guardó rencor.
ALoisius, me alegro de verte por aquí. Ahora mismo oiré esas canciones que dices. La verdad es que a veces he pensado que sí que tuvo que llorar y que su madre también debió sufrir de ver que un amigo suyo lo había abandonado con una excusa tan tonta. Un abrazo muy fuerte

Mery dijo...

Casi se me saltan las lágrimas.

Qué injustos somos a veces, movidos por un miedo absurdo que sólo distinguimos al madurar.
Un abrazo