Cuando yo era pequeño, quería ser cura. Mi madre no cabía en sí de gozo y mi padre aseguraba que yo llegaría a papa. Un día, decoré el cuarto de baño con toallas y papel higiénico como si fueran manteles de altar y llamé a mi madre para que se pusiera contenta de ver cómo el niño decía su primera misa.
Mi madre, al ver todo aquel tinglado, puso el grito en el cielo y yo me llevé un chasco, porque yo había creído que ella levitaría con tan santa ocurrencia. Aun así, mi vocación no se tambaleó.
No fueron el demonio ni el mundo los que me disuadieron de ser cura. Fue la carne. La mantuve a raya durante unos añitos, pero como la cabra tira pal monte... En fin, que Dios me quería Adán, no Hipólito. Los ardores que me dio fueron su mensaje. Menos mal que lo capté. Si no, hoy sería un cura bujarrón o con barragana.
No se imagina Lope de Vega lo bien que entiendo yo sus crisis periódicas de arrepentimiento.
23 comentarios:
jajajaajjaja, de nuevo, jajajaja. muy buena esta anécdota, jajajaja. tu primera vocación puesta en entredicho por obra y vapores de la carne, y es que la carne siempre tira al monte, impone su propia tirania, su imperioso calor, su fogonazo irresistible. Amigo Jesús, ¡que habría sido de tí en el seminario!
Un abrazo lunero
Gerardo
ja, ja, ja...yo lo que me pregunto es qué habría sido el seminario contigo dentro.
Un abrazo.
Ay las primeras vocaciones. La mía fue la de butanero. Confieso que la tuve sin ningún impulso lúbrico. Si la tuya la interrumpió el peso de la carne, la mía lo hizo el peso de la bombona.
Pues yo quería ser bombero, médico y futbolista a la vez.
Muy buena la comparación lopesca, Jesús. Acuérdate también del Arcipreste y el cornudo Lázaro.
Un abrazo
Buena, Jesús, buena.
Que mala es la carne, malísima.
Buenas las vocaciones de los compañeros.
La mía, la guardo en secreto. Todavía es pronto, quien sabe.
Abrazos a todos.
Si la Iglesia hubiera evolucionado lo suficiente serías ahora un cura casado y respetado, Jesús. A lo mejor hasta yo iba a misa para oír tus sermones...
Yo quise ser fraile, y sólo me que
quedó la tonsura...
Gerardo, la carne, con todo su realismo, pone las cosas en su sitio, pero no por carnal perdí mi misticismo. Un abrazo.
Juanma, a lo mejor no habría pasado nada más que pasarlo yo muy mal. No sé.
Ranzzionger, ésa sí que es una vocación original. Menos mal que la perdiste.
Miradmealmenos, del Arcipreste claro que me acuerdo. De quien no sé mucho es del cornudo Lázaro. Ahora mismo me informo.
Javier, tú sí que guardas la pureza del adolescente, pues aún esperas realizar tu verdadera vocación.
El caso es, José Miguel, que yo prefiero que la Iglesia siga manteniendo el celibato. De esta manera sólo se harán curas los que lo tengan muy seguro, por mucho que les tire la carne. Pero gracias por el elogio.
Julio, tú habrías sido un fraile poeta. Más bonito que eso sólo se me ocurre el guerrero poeta.
Todos entendemos a Lope. Y hasta lo envidiamos, no te creas...
Un abrazo, Jesús.
Juan Antonio, quizá, ahora que lo dices, hay un Lope dentro de cada uno, pero, como el primero, ninguno. Un abrazo.
Para mí sería muy dificil vivir sin probar, Yo carnívoro como tú.
un saludo mu apretao
Jesús, tenías que ser un angelico, de verdad. A mí me pasaba como a Ranzzionger, que mi primera vocación fue más mundana: quería ser esquiadora. ¿Por qué? Por esos saltos que sacaban por la tele cada uno de enero, después del concierto.
Todo era vocación de altura en el fondo (¿O de caída? No lo sé). Yo, más literal, si tú quieres. Y de mi vocación me apartó la realidad: en mi barrio no se esquiaba.
Lo tuyo es bonito, es muy espiritual y carnal al mismo tiempo, tienes un pasado literario;-)
Abrazos.
Africanito, debe ser el apellido.
Olga, yo veo más literario querer ser esquiadora que cura. Mucho más literario y divertido. Un beso.
Pues yo quería ser samurai japonés. Y lo curioso es que tardé tiempo en darme cuenta de que no podía.
Reyvindiko, ¡eso sí que es literario! Deberías escribir una historieta donde relates el momento exacto en que te diste cuenta de que no podía ser.
Jesús, mi primera vocación fue pintar... y pinté con mi propia mano todas las paredes de mi habitación de niño. Mi segunda vocación fue llegar a ser Director de cine, aunque yo en realidad quería ser actor para salir en la tele, pero era tan niño que no sabía ni cuál era el auténtico nombre de ésa, mi segunda vocación. Mi tercera vocación fue ser arquitecto, aunque ésta no duró mucho... y después me perdí... no sabía qué quería hacer en/con vida... así estuve años; y por fin, casi de rebote, y al cabo de muchos años... descubrí mi auténtica vocación, que todavía no me ha abandonado, de dedicarme al saber y a la reflexión... y a pesar de ello, no la puedo ejercer profesionalmente...
La vida se lo debe pasar muy bien jugando con todos nosotros.
Un abrazo,
Rubén.
Bueno, de casta le viene al galgo. Tambien tuvo dos hermanos estudiando en el seminario, al final ambos casados uno con seis hijos y otro con cuatro, por cierto, una de sus mejores amigas tiene doce hijos. Me resulta raro que un sacerdote se llame de apellido Cotta y no esté en lengua de la gente, aun asi, es dificil conseguirlo jajaja.
¿que haria un lobo entre ovejitas?
Tu hermano "el chivato", el que quiso ser "amolachín" al final lo consiguió.
Si hubieras vivido en otra época igual te habras hecho de la pandilla de teresa de Jesús y su hermano y habrias participado en el intento de fuga a las misiones..., jaja, Que entrañable, un crio queriendo celebrar misa en el cuarto de baño
Alejandro, la filosofía se ejerce con tan sólo pensar. No hace falta enseñarla. Así te dedicas a reflexionar en lo que te da la gana, no en lo dicta un temario.
Anónimo, lo de los Cotta es increíble: cuatro que intentaron el celibato, cuatro que lo abandonaron, por las mismas razones. De tus anteriores vocaciones al menos has cumplido una, la de amolachín. Yo, ninguna.
Maite, ahora que lo dices, es cierto, yo jugaba con las cosas de Dios como santa Teresa. Me honras con la comparación.
Ya que sacáis a Santa Teresa, ella encontraba a Dios entre los fogones, lo tuyo es mucho más andurrialero. Un abrazo Jesús, me ha encantado tu entrada de hoy.
Menudo panorama se encontró tu madre en el baño, me parto de risa.
Hace pocos días hablé en mi entrada "La consulta en un libro" de un asunto parecido que le ocurrió a Unamuno respecto a ser sacerdote o no. Esas vocaciones ahí latentes a veces juegan malas pasadas.
Estupenda entrada, Jesús.
Un beso
Aún, Mery, me sigue fascinando la figura del sacerdote. Ahora mismo busco esa entrada tuya.
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