domingo, 14 de junio de 2009

Servicio social sustitutorio

Hice el servico social sustitutorio en un Hogar del Jubilado. Me encomendaron organizar la biblioteca, exigua y mediocre. En la sala de lectura había ancianos (nunca ancianas) leyendo periódicos, pero enfrentados por los periódicos que leían, por viejas rencillas de la guerra. Eran además muy obscenos en sus comentarios. Sólo una vez un jubilado me pidió un libro.
-... ya sabes, un libro de esos...
-¿?
-con sexo y tías en pelota.
Lo más obsceno que encontré allí fueron las memorias de un boxeador, pero a él le pareció descafeinado.
Sin embargo, conocí a un jubilado poeta que conservaba aún la pureza del adolescente enamorado.
En cuanto a las jubiladas, un día se pusieron más insoportables que las peores adolescentes de la ESO y el profesor de gimnasia que las sufría tuvo que llamar a gritos a la directora porque no sabía que hacer con ellas.
Sin embargo, las recuerdo con cariño.

10 comentarios:

Julio dijo...

El abuelo, querido Jesús, quería jaleíto, y no historias de boxeadores con hiperhidrosis. Seguro.

Máster en nubes dijo...

Una de las cosas que me aterra de la vejez es que los defectos se acentúan a menudo, si eres geniudo acabas como el enanito o la enanita gruñona a poco que te descuides.

A veces pienso que la vida es un entrenamiento para no acabar siendo simplemente insoportables, y más que por aspiración a la bondad o a ser mejores, es para que nos puedan aguantar cuando seamos viejectios lo de intentar ser menos malos mientras podamos luchar algo.

Un abrazo
Aurora

maite mangas dijo...

Cuando yo sea una vieja cascarrabias me gustaría encontrarme gente con tu santa paciencia.A ver si hay suerte.
Un abrazo.

Alonso CM dijo...

La vejez es volver de alguna manera a la infancia, al egoísmo del niño. Creo que la imagen que propones de la ESO va en esta dirección.
Un abrazo

lolo dijo...

Un jubilado poeta que conservaba aún la pureza del adolescente enamorado...qué bonito.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Julio, el jaleíto, como tú dices, se ve que no se muere nada más que cuando nos morimos nosotros.

Aurora, ese pensamiento lo tengo yo a menudo. A veces pienso que como la vejez no es demasiado agradable, el anciano tiene que currarse el ser amable.

Miradme, a las ancianas ya les da igual. Ni siquiera se preocupan por la nota que les ponga el profe. ¡Ay la vejez!

Lolo, ese anciano me enseñaba sus poemas de amor. Eran de una ternura y un candor extraños. Me dio pudor preguntarle si se referían a su esposa o a un amor de juventud o si era un eterno enamorado del amor. Un abrazo.

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Jesús, yo me libré hasta del servicio social sustitutorio... respecto a las personas mayores, en mi blog escribí hace algunas semanas una entrada, en la que se decía que los mayores, en muchos casos, son de esas personas que te dicen las cosas tal y como las piensan. Es un fenómeno curioso. ¿Te acuerdas de Fernando Fernán-Gómez? Un abrazo!

Jesús Cotta Lobato dijo...

Rubén, pues tienes razón. Supongo que, dado que ya no tienen mucho que perder, se pueden permitir el lujo de decir lo que piensan, aunque moleste. No se me había ocurrido. Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

El jubilado poeta, me interesa, mucho más que las jubiladas eternas.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Javier, de jóvenes muchos son poetas. Pero el que llega a poeta de viejo es que era poeta de verdad. Supongo que por eso el poeta viejo te interesa. Un abrazo.