La piscina de mi hermano David, el que me hizo la foto que figura en mi bitácora, está en medio del campo. A veces se mete un sapo y hay que sacarlo con red y por la tarde las golondrinas trazan parábolas bellísimas en el aire y se mojan el pico en el agua. Pero lo mejor viene al anochecer, cuando el aire es fresco y el agua atesora aún el calor de la tarde. Todo el campo está oscuro, menos el cielo, que no puede con tantas estrellas. En las piscinas de la ciudad uno no puede bañarse de noche y, además, la noche es de bruma y de farolas, pero aquí en el campo uno agradece a Dios que haya tenido el detalle de dejarnos ver sus astros desde esta cristalina esfera, desde este punto concreto de varios metros cuadrados de agua limpia donde mi hermano y yo hacemos el bestia saltando en pelota picada.
Estar vivo es toda una suerte. Estar hecho de carne y sangre para aspirar a las estrellas y refrescarse en el agua es una experiencia al alcance de cualquiera y por la que merece la pena vivir. Disfrutad, amigos, del verano, aquellos que podáis.
3 comentarios:
Leyendo entradas como esta me gusta más mi piscina, hermano
Como nadadora habitual, comparto ese placer de estar en el agua. Es un disfrute que podría calificar de místico.
Por cierto, gracias por el Topicario.¿Dónde puedo enviar mi solicitud de ingreso en el dignísimo cuerpo de arponeros?
Lola.
Por la autoridad que la arponería me confiere os nombro Arponera Mayor de Tiburones y Serpientes Marinas. Quiero crear una categoría en la bitácora titulada El músculo del arponero donde cualquiera puede poner tópicos para que los arponeros nos divirtamos en arponearlos. Ex corde
Publicar un comentario