De todos los libros que les he comprado a mis hijas, adecuados a su edad y todas esas cosas que hacemos los padres culturetas, el que más les gusta es un libraco que pesa un quintal y que tiene todas las viñetas de Mafalda. Lo malo es que la mitad no las entienden y me andan preguntando: Papá, ¿qué es psicoanálisis? ¿Qué es la ONU? ¿Qué significa mamá frustrada?
A mí me pasaba lo mismo cuando niño. Me gustaban los libros que leían los grandes. Bastaba que entendiera un diez por ciento de lo que decían, para que me lo acabara leyendo. Aún me recuerdo impúber leyendo Sinuhé el egipcio y fascinado con Nefernefernefer. Sólo con treinta años descubrí que era una prostituta y no sólo una mujer muy bella que Sinuhé visitaba. Es curioso que ese libro, que quizá hoy no leería, me marcó mucho más que otros libros objetivamente mejores, sólo porque lo leí a edad muy temprana e impresionable.
Creo que quizá sea esa la razón por la que siempre me ha costado tanto escribir un libro para niños: no sé muy bien qué les interesa a los niños por más que les pregunto. A ellos les interesa todo lo que puedan entender.
1 comentario:
Cierto es que los niños nos imitan en todo, y si mi papá coge ese libro gordote lleno de hojas y letras, lo primero que quiero hacer, es ver que tiene de tanto interés que mi padre prefiere estar con esa cosa y no conmigo. Una vez que el niño ve que ese libro que tiene papá en las manos no lo entiende, es capaz de buscar otras utilidades, por ejemplo: puesto junto a otros y dispuestos en fila, una preciosa autopista; o apilados, una montaña por donde transita mi máquina excavadora o todoterreno. Lo importante es que los niños tengan a su alcance los libros y los utilicen con la imaginación que ellos deseen. Así habrá quien al ser muy precoz en la lectura, los lea, y el pequeño de tres o cuatro años, que normalmente no logra más que reconocer las vocales o sílabas directas, al menos los reconozca como un elemento presente en sus vidas (su casa y su colegio). Por lo que respecta a los libros de los niños, creo que prefieren las imágenes más que las letras, y es que por mucho que queramos generalmente, cuando leemos, páginas y páginas de letras, ya adultos, intentamos captar lo que el autor nos quiere decir ( lo que en ocasiones puede ser difícil o tedioso), mientras que con la viñeta o el dibujo, el niño prolonga su propia realidad a ese dibujo, pudiéndole incorporar incluso elementos que gráficamente no están presentes, sencillamente hace lo que mejor que saben hacer los niños "imaginar". Ahora cuando leo una novela, por mucha acción que evoque, no me hace verme dentro del libro, luchando yo contra los malos, subiendo por la almena del castillo (leo la historia de otro, y en ocasiones, de alguien que me gustaría ser); mientras que cuando era niño, yo era ese sastrecillo valiente del dibujo, o el conductor de esa locomotora tan veloz. Reinvidiquemos el uso y gusto por los libros y a ser posible, adaptados a la edad de quiénes lo leen.
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